“La literatura infantil es importante para recordar quiénes fuimos”. Este juicio de valor no es una simple afirmación sino una declaración de intenciones. Yo no tenía ni la más remota idea de que la literatura infantil supondría el segundo punto de inflexión más importante de toda mi vida. Pero para entender la importancia de este hallazgo debo remitirme a enero de 2015, cuando descubrí la obra de H. P. Lovecraft y la persona que hay tras una escritura tan descorazonada. Igual que H. P. Lovecraft al conocer la existencia de Edgar Allan Poe en su adolescencia observé a través de sus palabras que nuestras visiones eran semejantes, ambos considerábamos que residíamos en un mundo plagado de monstruos, enfermedad y oscuridad. Y que yo, inmersa en ese contexto, tan solo era una criatura más...frágil, vulnerable y enfermiza como él. ¡Qué tiernos recuerdos se me vienen a la mente al pensar en el invierno de 2015!
Quiero dejar claro que mi visión de la sociedad se tornó obscura por las
fantasías de un autor. El señor Lovecraft no me enseñó a ver la
existencia humana desde un punto de vista pesimista, solo me ayudó a
ver las cosas que estaban realmente mal, porque su disertación era más coherente que la mía. A partir de ahí, yo
tenía que recorrer lugares que él jamás había hollado para
comprender qué era aquello que despertaba mis propios terrores.
¿Y
sabéis qué? Ser una mujer en el siglo XXI no es nada fácil, y de
eso el señor Lovecraft no puede hacerse una ligera idea. Es muy difícil luchar contra la filosofía del vaso medio
vacío cuando tengo plena consciencia de que ni siquiera en mi hogar
estoy a salvo de la violencia física y verbal del reino humano. Y saber que esta violencia está perfectamente justificada por el sistema
económico político y filosófico actual es todavía más patético. Saber, además, que en este
sistema viven monstruos que creen tener ciertos derechos por encima de otros individuos de la especie me lleva cuestionar hasta qué punto esta sociedad está
perdida y cuándo empezaremos a decaer hasta convertirnos en polvo; tal vez ya estamos extinguiéndonos. Durante muchos años he
consentido ser otro pedazo de carroña para este grupo de personas de
manera cuasi consciente, porque creí en mi santa inocencia ese era mi papel. Y
este cúmulo de elementos son por los que día tras día
experimento un terror muy vivo. No sé si algún día dejaré de ser
carroña o su muñeco, pero a eso vamos.
Todos sabemos, en mayor o menor medida, que un solo individuo no
puede luchar contra lo que son, en esencia, algunos de los designios de
la naturaleza humana, pero puede decidir ser mejor que aquellos que
se empeñan en justificar sus actos de violencia mediante la falacia
de que en sus espíritus se encuentra más presente su “yo
primordial”. Mi naturaleza primordial está despierta casi todo
el tiempo en mi espíritu, pero he logrado canalizarla para que se convierta en un
medio para un fin, y el fin es crear. Así que aunque
considero que mi contexto es terrible, me esfuerzo en ver las cosas
con una mirada más optimista, que no positiva. En mi oscuridad solo hay una luz de gas que a duras penas ilumina, pues existe para mi una gran diferencia entre ser un punto luminoso y
poseer un farolillo con el que hollar senderos extraños en la noche
más fría y oscura de la humanidad. Yo jamás voy a ser un punto luminoso,
porque no considero que tales cosas se puedan dar alguna vez en mi vida.
Mi
luz de gas desde luego son mi infancia, mi familia y mi novio, en ese orden de prioridad. Y
todo aquello que permanece unido a mis recuerdos y a la persona que
más respeto en este mundo son el asidero del candil. Durante mi
infancia no leí muchos libros infantiles, de hecho, no leí ninguno
porque a mis padres no les gusta leer. Pero de alguna forma cuando
leo ahora libros infantiles siempre recuerdo mi infancia a través
de las vivencias de los críos, animales u objetos que los protagonizan. Os puede parecer que idealizo los aspectos
positivos de infancia hasta eclipsar los malos, pero no sería como
soy si en mi infancia no hubiera conocido bastante bien el
sufrimiento, precedido del rechazo, la tristeza y la soledad; aunque
ese no es el punto hoy. Mi intención es seguir leyendo autores
infantiles para seguir recordando esta época de mi vida, y en cierta
medida volver a ser una persona que no dudaba de todo, en la que había pureza y bondad. Combatiré monstruos ignorando sus pullas y atacando la raíz del problema, porque es de la única manera que puedo ser libre. Y mi búsqueda de esto a través de la literatura infantil no surge de la ignorancia,
pues en los pocos libros infantiles que he leído he podido darme
cuenta de que es un objetivo plausible. Esa es mi única certeza.
Mis elecciones 💬 |
He
establecido una relación bastante bonita y saludable con la
escritora e ilustradora Beatrix Potter, y pretendo leer toda su obra
narrativa y poética en octubre para el #LeoAutorasOct. Nadie me dijo que también puede haber personas que hagan más llevadero este desfile
de formas grotescas, y que no todo tiene que ser malo, y que al final son esas personas las que te nutren mediante una visión más objetiva de las cosas que suceden. Además, estoy muy orgullosa de Beatrix Potter a un nivel
muy íntimo, la adoro por lo que fue y por lo que no permitió que la
sociedad le impusiera ser. Sé perfectamente que cuando lea su obra
van a producirse cambios, y que H. P. Lovecraft y Beatrix Potter
compartirán el mismo puesto en el campo literario de mi corazón. No
siento desasosiego porque vaya a producirse hecho, más bien me
siento tranquila y feliz, porque eso quiere decir que estoy
evolucionando, y creo que ambos autores deben de sentirse muy
contentos al saber que hay una niña que los adora por igual siendo
diametralmente opuestos...¡o no! No considero que sean tan diferentes. Solo hay que observar bien.
También
este mes leeré The Velveteen Rabbit, una historia escrita por
Margery Williams. Me interesé por el relato a través de un
fragmento que leí en la traducción castellana, unos comentarios sobre cuándo debemos considerar que una cosa es real. Estuve tan de acuerdo, y me emocioné tanto, que dije:
“Seguramente adoraré esta historia, así que voy a leerla en
inglés”. Si amas algo, ese "algo" se convierte en real. No hay
que hacerse más preguntas y mucho menos dar valor a la opinión negativa que los demás tienen sobre algo que es tuyo y no hace daño a nadie.
¡Poco más que añadir! Si
leo algún libro más será de alguna mujer, pero en castellano. Fundamentalmente quiero que mi #LeoAutorasOct sea en
inglés porque me parece una ocasión muy oportuna para ganar nivel con el idioma, así que ya os iré informando.
Nos
vemos 💜.
portada: autoría de Omaira Phillips, es decir, mía.
portada: autoría de Omaira Phillips, es decir, mía.
¡Hola! Siempre paso por tu blog y no me animaba a comentar :)
ResponderEliminarMe gustó mucho esta entrada, se nota que es muy personal (y visceral). Coincido en varias cosas, sobre todo en que ser mujer en el siglo XXI sigue siendo difícil, a pesar de que muchos nos digan que ya conseguimos muchos derechos. No entienden nada, obviamente.
También sigo leyendo libros infantiles cuando puedo. Me encantan y nunca dejaré de leerlos. Volver a sentirse niña es un refugio.
Envidio sanamente tus ediciones de Beatrix Potter, ojalá que algún día las encuentre por acá (vivo en Argentina).
Saludos.
¡Hola, Yani! Me siento muy honrada con tu presencia, y gracias por comentar. ¡Los comentarios me hacen muy muy feliz!
EliminarMi tónica habitual, tanto entradas un poco más especiales como en mis reseñas, siempre es visceral. Me gusta trasmitir hasta qué punto conecto con una historia. En entradas un poco más atípicas como estas me gusta llevar al límite este aspecto. Este es como mi diario, o algo parecido *_*.
Es exactamente eso. Nos dicen que hemos conseguido muchos derechos con la idea de callar nuestras voces. Es una cortina de humo, en realidad estamos tan desprotegidas como hace cien años, por poner un ejemplo temporal. El sistema *parece* que ha cambiado, pero internamente sigue dominado bajo unas leyes rancias y crepusculares ideadas y dictadas por mentes terribles construidas sobre el odio y manchadas de una insatisfacción enfermiza. Por eso intento que mi vida esté alejada de este sistema, al menos sus Hacedores, aunque por narices debo vivir dentro de él como una mas.
¡Pero dentro del hogar las ley de fuera no existe! Hay que dejar que la esperanza crezca en nuestro hogar para cambiar el mundo más allá del felpudo. Al menos esa es mi visión en estos días. Tal vez demasiado inocente, pero me aporta paz.
Es maravilloso, nunca dejaré de apreciar el poder que tiene la literatura infantil para hacerme sentir segura. Vaya! Iba a decirte que yo los adquirí mediante Amazon pero parece que estas ediciones no las distribuyen. Bueno, por si algún día las cosas cambian, estas ediciones son muy convenientes. Entre las dos cuestan casi siete euros (¿en dólares será un poco...más?) y aunque las ilustraciones de Miss Potter están en blanco y negro, oye, es una pasada de edición muy compacta con todos sus cuentos. Hay otra más grande, con buen papel y a todo color que cuesta cuarenta dólares, pero esa no puedes llevártela por ahí por temor a que se rompa o se moje :(.
Un beso, Yani. Y, de nuevo, gracias por pasarte.
Omaira, por favor. ¡Qué hermosura! *abraza el portátil*
ResponderEliminarSiempre que comento tus entradas, acabo escribiendo sobre lo mucho que me encanta tu estilo, yep. Aprovechándome de las distintas publicaciones para acercarme a tu escritura sin que nadie se de cuenta de ello. Mi plan es maligno. En fin.
Lo disfruté muchísimo, de verdad, como siempre lo hago.
En un momento aparece escrito que no has leído muchos libros infantiles y que realmente no has leído casi que ninguno porque a tus padres no les gustaban leer. Ja. Totalmente identificada. En nuestra casa no había ningún libro. ;_; Todos los libros maravillosos que habría podido leer... ¿Cómo habría sido mi vida entonces? Realmente no lo recuerdo bien. A pesar de todo, tuve suficiente imaginación como para ser feliz. Pero en el caso de que tenga lib... iba a escribir "libros"; en el caso de que tengas HIJOS, los rodearé de montañas de libros, aunque intentando en todo momento que no acaben aplastados por los libros. Me llamarían "mala madre". xD
Creo que mi comentario no aporta demasiado, aun así, vuelvo a mencionar lo mucho que me fascinan tus entradas. <333
Un besito. :*
Te he imaginado abrazando el portatil y, madre mía, TE COMO. TE COMO, TE COMO, TE COMO. Ahora en serio, tus comentarios siempre me hacen muy feliz porque me motivan a seguir creando, escribiendo y manteniendo este espacio vivo. Gracias por estar siempre ahí, Diana.
EliminarYo también pienso muchas veces como habría sido mi vida si de pequeña hubiese leído libros infantiles. A lo mejor ahora no...no sería una persona con tantos defectos. Pero intento enmendar mis actitudes tóxicas con estos libros, porque ellos me enseñar. Hacen que sienta que reescribo mi infancia, hasta el punto en el que a veces olvido ciertos recuerdos. Pero es un espejismo, deslumbrada por la felicidad, por las cosas que puedo enseñar a mis hijos.
Yo DESDE LUEGO voy a "obligarles" a leer todo lo habido y por haber. La lectura es un hábito que se puede infundir, aunque nosotras seamos especimenes raros de lectoras que un día sentimos la necesidad y...PAM.
No digas eso, porque tu comentario me aportó mucha felicidad. De verdad. Hoy soy un poco más feliz gracias a ti.
Un besazo <3