Los rusos llegan a estos lares

 Llevo casi un par de meses obsesionada con ese gran país del norte de Europa, pero hasta ese momento solo tenía la certeza de tres cosas: que en Rusia hace un frío que helaría los huevos al mismísimo Big Foot, los rusos mucho beben tan seguido vodka que siempre van borrachos y, por último, que los rusos fueron comunistas pero de la tienda de todo a 100 pesetas, o como se dice ahora, “los chinos”. Perdonadme, vengo de otra época y planeta. En fin, que yo pensaba todas estas gilipolleces de los rusos y cuanto indagué un poco me di con un canto en los dientes al comprender lo alineada que estaba por un pensamiento casi  “pro-Trump”. Afortunadamente, Svetlana Alexievich hizo su aparición pertinente con La guerra no tiene rostro de mujer, liquidando muchos de los mitos que con tanta fuerza habían acabado echando raíces; esta es la versión corta de cómo Omaira Galeano descubrió la literatura rusa.

Lo primero que me encontré al adentrarme en estos páramos es que la mayoría de autores —hombres y mujeres por si no queda claro ese neutro—están para comérselos sin guarnición. La familia se ha hecho grande, señores. Tomar el café de la media tarde ya no es tan aburrido como antes. Voy a tener que aprender ruso porque con el francés voy a mínimos¡Oh, los rusos, sus obras y los temas de estas! ¡Qué temas tan hermosos tratan la mayoría de ellos! Ayer mismo estaba en un puestecillo de libros y hojeé “Almas muertas” de Gógol, que por cierto la traducción era del Medievo inferior y por eso decidí que más adelante cogería la edición integral de Nevsky. Pero la singularidad de esta breve anécdota reside en el momento en el cual pregunté a mi progenitora qué opinaba sobre el título y casi se desmayó. En cuatro palabras: fue una experiencia maravillosa.

Y hace unas semanas pensé en hacer un reto con estos rusos, un no sé, un algo. Finalmente Cris me dio la excusa perfecta hace un par de días: ¡el Tochogate! Por cierto que la nomenclatura de este reto me parece de lo más interesante. No carece de originalidad—echarle un vistazo a su entrada aquí—. Y yo como extraterrestre exiliada en este lugar, una criatura proscrita por su torpeza y mediocridad, señora compulsiva de hacer y decir chorradas pensé: “podría fusionar su reto con el mío” ¿Pero quién iba acceder a acompañarme en tal empresa? Tecleé rápidamente un mensaje a mi querida Diana, y con su respuesta afirmativa tuve más claro que juntas veríamos un ocaso ruso cogidas de la mano. ¿Puede haber cosa más hermosa que un ocaso ruso?  Obviemos a un fantasma ruso encarnado y creedme que es difícil encontrar algo que se iguale en belleza y sensibilidad.

He aquí la lista de libros tanto para el rusimathon,como para el tochogate2016.

Anna Karenina de Lev Tolstoi. (1120 páginas) Por favor no me apedreéis todavía, dejad que me explique. No he leído este clásico todavía no porque me diera pereza la cantidad de páginas que tiene, o una razón relacionada con su extensión. La verdad es que le tengo una manía increíble a la película por la forma en la que está contada y relacioné que si la película era tan pesada, y tenía una estructura tan extraña, era porque el libro era harina del mismo costal. En fin, chorradas varias. Ahora, podéis apedrearme.

Cuentos completos de Nikolái Gógol. (819 páginas) La razón primordial de que lea a este señor es que los títulos de sus historias y líneas generales de estas, pues no he indagado mucho más, me atraen; algunos de ellos son: El capote, La nariz, Almas muertas y El inspector. Como ya he dicho, le eché un ojo a Gógol ayer y me gustó lo que encontré, así que como regalo por aprobar el teórico de coche me compraré este señor tocho. 
Actualización 26-08-2016: En vez de leer Cuentos completos de Gógol leí Doctor Zhivago de Boris Pasternak.
Reseña aquí.

Fundación I, II, III, IV de Isaac Asimov. (1381 páginas) No tenía pensado leer a Asimov este verano pero como me ha dado de nuevo muy fuerte con la ciencia ficción, aquí estamos a tope con la cope. Asimov no me decepcionará, lo sé, además lo tengo muriéndose de risa en la estantería. Ah, friendly reminder que El fin de la eternidad es una de mis novelas favoritas. En esta entrada ya hacía falta un una dosis un tanto folletinera, ¿no? No puedo ser yo misma sin leer algún relato sacado de alguna revista de folletín a.k.a Weird Tales o la Astounding para partirme un poco el pecho con el amateurismo de algunos tipos. No doy nombres ni grupo sanguíneo porque soy una dama. Jiji, jaja. Derleth, I see you robando papeles.

La madre de Maksim Gorki. (313 páginas, sólo rusimathon) Pues precisamente este lo pillé ayer por un euro. No tengo muy claro de qué va, solo sé que hay una madre con un par de de ovarios rusos, ergo, suficiente. 
Reseña aquí.

Los hijos del Arbat de Anatoli Ribakov. (706 páginas) Hijos, niños, escuincles humanos…Tengo ganas de leer esta novela desde que supe sobre qué iba: años 30, Unión Soviética, Stalin y purgas. El autor tardó casi veinte años en escribirla, aparte del hecho de que por la censura no podía publicarse, se nota que la novela posee un trasfondo bastante trabajado que hará las delicias de esta humilde extraterrestre, aunque sinceramente espero que no sea una crítica encarnizada al sistema soviético. Me informan que también empezó a publicarse en formato folletín. 
Actualización 26-08-2016: En vez de Los hijos del Arbat leeré Cuentos de Fiódor Dostoyevski.

El maestro y Margarita de Jaí Bulgákov. (474 páginas, sólo rusimathon) Este lo empecé a finales de mayo por necesidad de adentrarme en la prosa de mi Jaí. La historia me estaba gustando mucho pero por cuestiones que no alcanzo a comprender, dado que mi cerebro es una red intrincada de contradicciones, lo dejé aparcado. Me gusta el estilo de Bulgákov, posee un humor bastante sofisticado, extraño y mezquino, ese tipo de humor que mueve planetas y galaxias alrededor de un agujero negro en el centro de este universo caótico.

Los que vivimos de Ayn Rand. (438 páginas, sólo rusimathon) Ya era hora de que apareciera una mujer por aquí. En realidad cuando concebí esta entrada había más de una pero como en mis estanterías abundan más rusos que rusas he decidido priorizar. La historia está ambientada en la época inminente a la revolución bolchevique, entre los años veinte y los treinta. No se trata de una obra propagandística que ensalce las virtudes nuevo régimen, sino más bien una obra donde se critica el totalitarismo de la dictadura estalinista  mediante unos personajes, de toda clase y condición, desencantados con las políticas de la URSS y hastiados de que falsos salvadores vengan a redirigir su humilde existencia. Lo que más me llevo a interesarme por esta novela, que cuenta tres puntos de vista, es la ausencia de clasismo, es decir, que la visión de la situación no es únicamente desde un punto de vista privilegiado clase media-alta. Espero realmente que no sea una novela donde solo nos cuenten los desvarios y dramas de una joven que pertenecía a una perfecta familia acomodada antes de la revolución de octubre, y que por desgracia, ahora tiene que agachar el lomo.
Reseña aquí.

Los doce y otros poemas de Alexandr Blok. (56 páginas, sólo rusimathon). Quería leer algún poemario pero no sabía con cuál autor iniciarme, y así fue hasta que vi que Blok era la mismísima reencarnación de mi Maximillian de Winter y tuve que meterlo aquí por narices; simbolista ruso…ya veremos.

Actualización 26-08-2016: En vez de Los doce y otros poemas de Blok leeré Un día en la vida de Ivan Denisovich de Alexandr Solschenizyn.

Combinaré lecturas para que no se me haga cuesta arriba, pero creo que he sido bastante realista con las elecciones, y lo mejor es que tengo casi todos los libros en físico y no tendré que donar un riñón para comprarlos o leerlos mediante otros subterfugios. Os iré informando de mis progresos a través del #Tochogate2016 y el #rusimathon. ¡Qué ganas de empezar ya!

Muchas gracias a Cris por organizar el reto tochil :D 

¡Nos vemos!