miércoles, 3 de agosto de 2016

Mujeres y maravillas

Antes que nada he de advertir que la reseña es larga porque he querido dedicar a cada relato el comentario—extenso o no—que se merecía, pudiendo hablar ya de catorce minireseñas unidas en una misma entrada. En total en la edición española de Mujeres y maravillas contiene catorce relatos, de los cuales he hecho trece reseñas donde cuento los aspectos más importantes de cada uno, qué me ha gustado y que no. Del único relato que no he hecho un pequeño comentario ha sido del Le Guin. ¿Por qué? Releyendo mis notas me he dado cuenta de que Más vasto que los imperios y más lento está enmarcado en uno de sus ciclos, haciendo alguna referencia a El mundo de Rocannon y La mano izquierda de la oscuridad. Más adelante cuando lea ambos libros—que espero sea dentro de poco— comentaré este GRAN relato. Por supuesto la reseña la colgaré en el blog ya que últimamente me he planteado algún que otro pequeño cambio en la temática, nada importante. Tal vez esta reseña a corto plazo no tenga visitas pero espero que alguna persona ande tan perdida como yo en el tema de la ciencia ficción femenina, encuentre esta reseña de Mujeres y maravillas y lea esta antología maravillosa por mis palabras. Sería un honor.
Bueno, para empezar he aprendido mucho con esta antología de relatos enmarcados dentro del género fantástico, en concreto, la ciencia ficción. Sin embargo también experimenté una sensación de malestar cuando al terminarlo me di cuenta de que es lo más parecido que tenemos en España a antologías completamente feministas de este género es Alucinadas, La Eva fantástica (descatalogada según veo) y esta misma (luego hablaremos de su "disponibilidad")—si sabéis otras ponerlas por los comentarios y las añado para dar visibilización—. ¿Por qué digo «completamente feminista»? Porque algunas personas, sobre todo “aliados feministas”, consideran que si una antología cuenta con un par de relatos escritos por mujeres ya es candidata a feminista, nada más lejos de la realidad. Con mucha ironía os voy a descubrir un mundo confesándoos que un relato puede ser escrito por una mujer y estar lejísimos de poder ser calificado «feminista». La mayoría de antologías donde las mujeres tienen un poquito de visibilización junto a tíos no abordan nuestra condición, es más, se intentan alejar del tema por razones sobradas. Podéis decir que soy muy tiquismiquis con este tema, y es cierto, ya que no considero que gocemos de un espacio seguro en la literatura fantástica cuando nuestras compañeras se abren paso con temor a ser rechazadas y con pies de plomo en un mundo literario del cual los hombres os habéis adueñado demasiado tiempo. Las antologías citadas constituyen los más nombrados espacios de literatura en España donde más o menos hemos conseguido alcanzar cierta comodidad para escribir sobre lo que nos atañe, y claro está, como nos da la gana enfocar. Voy a romper una lanza por los tíos sensiblones; a ver, que sí, que hay más visibilidad que hace treinta años de las mujeres en el género fantástico, pero recuerdo que mientras los hombres habéis tenido décadas y décadas de espacios en el género fantástico restringidos únicamente para vosotros, nosotras nos hemos tenido que reprimir y guardar nuestros manuscritos. Así que menos lloros.
Lo que más me resulta digno de destacar de Mujeres y maravillas a nivel editorial es que ningún hombre ha aportado nada a esta antología, y eso ya constituye un avance en este terreno. La antología ha sido traducida por una mujer e introducida de una manera brillante por una mujer, y todos y cada uno de los relatos son escritos por mujeres abiertamente feministas o profeministas. ¿Cómo no voy a hacer una reseña que esté a la altura de este hito editorial? Os recuerdo con mucho orgullo que esta antología fue editada en España en 1977 por la editorial Bruguera. ¡En 1977! Cada vez que pienso en todos los avances que se lograron en nuestra lucha con la publicación de esta antología me emociono. Antes de cada relato se incluye una breve biografía y bibliografía viene muy bien para situar en contexto social a cada autora. Todas nacidas en el siglo XX pero sus vidas han sido bastante dispares, y ello se refleja en sus relatos. Sin más dilación pasemos al análisis de los textos.

La niña sueña (The Child Dreams), por Sonya Dorman
La antología comienza con un poema que parece más fantasía que ciencia ficción. No obstante se puede apreciar que la ciencia ficción está en todo momento presente, solo que subyace bajo un enfoque de cuento infantil que nos recuerda a las historias de nuestra infancia. Pues esa parece ser la principal finalidad de Dorman, que veamos la historia de La niña que sueña una cuento al estilo de los hermanos Grimm, incluida la pequeña (o gran) moraleja.
     "LA NIÑA SUEÑA QUE SU SUEÑO 
ES MÁS RÁPIDO QUE LA LUZ, PORQUE 
LE HEMOS PROMETIDO QUE ASÍ ES COMO LA MUERTE 
VENDRÁ A LLEVÁRSELA"

Es cierto que es la primera vez que leo un poema de ciencia ficción, pero Dorman ha conseguido traspasar el papel conmigo. Logra que vea como la niña que sueña jamás será como Andrómeda ni espera a ningún príncipe. Por eso se merece un cinco de cinco como una casa.

Sólo una madre (That Only a Mother), por Judith Merrill. 

1948. Este relato fue escrito en 1948 y prácticamente podemos decir que Merrill se adelanta a toda una era, la Era del Átomo. El mundo ha sido devastado en la tercera guerra mundial, una guerra que precedió a la segunda. ¿Nos damos cuenta de tal vez esto hubiese pasado si Alaska hubiese continuado siendo Rusa? Canadá se hubiera convertido en una trinchera, y seguramente esto hubiese acabado en una masacre nuclear. Merrill habla de las deformaciones del ser en caso de que la ciencia nuclear hubiese sido empleada para fines puramente bélicos en Occidente. Creo que Merrill quedó muy marcada por los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki y necesitó plasmar su crítica hacia aquella masacre de alguna forma. No fue muy difícil imaginar para ella un escenario decadente donde los hijos nacían bautizados por el átomo, con capacidades psíquicas demasiado desarrolladas, taras o deformaciones. El éxito de Merrill en este relato recae en cómo recrea la psique de una madre que no quiere creer que su hija es una más de los señalados. Un relato muy duro en todos los aspectos con un final devastador. Sinceramente, yo que leído Voces de Chernóbil leo este relato en ese libro y habría pasado por un testimonio más de las consecuencias que desencadenó aquella central nuclear. Demoledor.
“Puedes creerme o no, pero tu hija puede hablar, y no me refiero a la jerga de un niño […]. Alice me dijo que la niña sabía decir palabras y frases, pero que no podía expresarlas con claridad porque aún no tenía dientes. La voy a llevar a un especialista […]. ¡Tenemos un prodigio! Ahora que tiene todos los dientes de delante sus palabras son perfectamente claras y… un nuevo virtuosismo más: ¡sabe cantar!”
Para mí Merrill es una pionera en el subgénero post-apocalíptico. Sin duda debe tratarse de una de las primeras personas en abordar el tema nuclear y sus efectos en manos erróneas.

Contaminación (Contagion), por Katherine MacLean. 

Este relato, escrito en 1950, me parece un precedente a uno de los grandes y favoritos temas Le Guin en sus historias: la sexualidad.  MacLean recrea un mundo donde otros planetas permanecen impasibles en la vastedad del universo, esperando habitantes que los colonicen por la vía pacífica a poder ser. Cuando una nave llega a uno de estos planetas, el grupo de colonos se encuentra con que ha sido colonizado años atrás por un grupo de humanos entre los que se encuentra Patrick Mead, carpintero y cazador. June, protagonista principal y una de las exploradoras, comienza a encontrar extrañamente atractivo al tipo, aunque no será la única. Todas las mujeres parecen haber caído bajo el influjo hormonal que desprende. Por otra parte los hombres están muy contentos de la presencia del viejo colono. Poco a poco se irá descubriendo qué influencia tiene el tal Mead sobre el nuevo grupo que provocará cambios radicales en el aspecto físico de los hombres y grandes cuestiones morales.
 Este relato me gustó más de lo que esperaba principalmente porque no está escrito dirigido por y para lectores de folletín. Plantea alguna discusión interesante, sobre todo en lo que respecta al conflicto principal. June no es la típica protagonista pánfila que tantas veces se recreó en este tipo de revistas e incluso en películas del género, es una criatura consciente del poder “sobrenatural” que Patrick Mead tiene sobre ella, y no lo soporta como una jovencita sin experiencia sino con la integridad de una mujer adulta. A partir de su atracción sexual hacia Mead se desencadenan discusiones morales en la psique del personaje, sumado al hecho de que está enamorada de su marido con lo que el conflicto es aún mayor. El final me gustó mucho por su significado simbólico. MacLean nos habla de un tema que se ha convertido a lo largo de los siglos en uno de los mayores problemas para la mujer: el físico. No es una novedad que las mujeres somos unas esclavas de nuestro aspecto físico, y puede que esto haya cambiado estas últimas décadas un poco  pero no tanto como para que los hombres y cierto tipo de mujer alineada digan que ya estamos liberadas en ese tema.
 Las mujeres seguimos dando mucha importancia sin elección a nuestro físico porque parece que es lo único que nos hace válidas, porque no entramos en los cánones establecidos parece tenemos miedo de ser apartadas de un mundo que debería pertenecernos, un lugar al que ir siempre que nos apetezca y  no ser una simple aspiración en muchos casos imposible. Sí, el mundo de la autoestima también debería de ser nuestro. Algunos hombres dicen que ellos también se han convertido en esclavos de una cuchilla, la moda y tratamientos para vuestra piel e imperfecciones de esta. Y yo lo único que puedo hacer en estas ocasiones es reírme. Cuando vosotros os ponéis productos de belleza y os tratáis el cuerpo lo hacéis porque queréis, a nosotras nos obliga una estructura social que creasteis vosotros. Por supuesto no estoy en contra de la mujer que decide pintarse y cuidarse por propia elección, critico al modelo de sociedad establecido en el que la mujer, por miedo al qué dirán, tiene que pintarse y arreglarse. Y antes de acabar con este tema, ya que me he puesto a soltar mi opinión lo dejo todo claro, quiero recordar que los hombres no tenéis ningún derecho a decirnos si no os pedimos vuestra opinión si al natural o pintadas estamos atractivas. Vosotros junto a compañeras alineadas—por vosotros—habéis hecho de nuestro aspecto físico una opresión. Todo esto en el relato se trata, la esclavitud de nuestro físico en base a nuestro género es latente hasta la última palabra de este relato. Muy recomendado.

Los habitantes del viento (The Wind People), por Marion Zimmer Bradley. 

Los habitantes del viento es una melancólica pieza que evoca más el Viejo Mundo que la vida diaria en otro planeta. Cuando la protagonista da a luz en el planeta donde está llevando a cabo una exploración con el resto de la tripulación, decide por el bien de su hijo y la supervivencia de este quedarse en un planeta desconocido y criarlo allí. Lo que no sabe es que tal decisión traerá consecuencias imprevistas.
Este relato me ha gustado por el enfoque que da la autora a los personajes. Desde el primer momento Helen es una mujer infeliz, cuyo único rayo de luz parece ser su hijo, pero pronto se dará cuenta de que él es parte de aquellas personas que solo puede oír, y que su hijo puede ver, las criaturas del bosque. Aborda temas interesantes desde una perspectiva sobresaliente, como el incesto y hasta donde nos puede llevar el amor o la necesidad de conocer, lo que no me gustó fue que no se incidiera un poco más en las criaturas del bosque. De todas formas es un buen relato de una autora que destaca por sus obras con una marcada presencia de mujeres como protagonistas. Los habitantes del viento data de 1959 y es una historia a tener en cuenta.


La nave que cantaba (The Ship Who Sang), por Anne McCaffrey. 

La nave que canta habla sobre Helva, una joven cuyo cuerpo deforme la obliga a convertirse en una unidad que con el tiempo pasa a ser el cerebro de una nave. Su amor por la música la convierte en la primera nave con capacidad de cantar con una belleza inconmovible.
Pamela Sargent dijo en su introducción que McCaffrey era un poco romántica y se dejaba llevar por esas pasiones. Yo no sé si seré demasiado sentimental, pero la fuerza de esta autora con esas emociones me ha aplastado. Desde el principio Helva me pareció más humana que cualquier otro personaje con cuerpo humano de la historia. Anne McCaffrey escribió este relato en 1969, y yo la considero una pionera en el cyberpunk porque el relato aborda ya los temas que veinte años después empezarían a tratarse con más regularidad. La autora luego hizo novela corta a partir de esta historia en la década de los sesenta, podéis echarle un vistazo tanto a este relato como la novela corta y a la saga de novelas publicada en los noventa que parte de la misma idea.
“Al nacer era un monstruo, y como tal hubiera sido condenada si no hubiera logrado pasar el test encefalográfico requerido para todos los niños recién nacidos. Existía siempre la posibilidad de que, aunque los miembros estuvieran retorcidos, el cerebro estuviera en perfecto estado, y de que aunque los oídos apenas pudieran oír y los ojos percibieran muy vagamente las imágenes, la mente que había tras ellos fuera receptiva y estuviera alerta”
La nave Helva es capaz de amar y despreciar su parte humana por igual. Me parece un relato plagado de sensibilidad. Esa faceta de despreciarse y amarse al mismo tiempo se acentúa al enamorarse de un hombre que en cierta manera la corresponde. Es suspicaz, irónica y ante todo fiel. La mejor amiga que una criatura humana o humanoide podría tener. Por el realismo del que está imbuida la historia, por los temas abordados y por las claras dosis feministas se merece un cinco como una casa. Esta autora la vengo siguiendo desde hace varios años cuando descubrí que una de mis ilustraciones favoritas era en realidad un dibujo de una de sus protagonistas femeninas más logradas, Killashandra Ree. Así que ya podéis imaginar la necesidad de leer su trilogía—que no está en español—Crystal Singer.

Cuando yo era la señorita Dow (When I Was Miss Dow), por Sonya Dorman. 

Este relato fue escrito en 1970, sin embargo no carece de originalidad.Una especie nueva convive entre nosotros, entre estos miembros hay un crío que se hace pasar por Martha Dow, auxiliar de un médico en sus investigaciones. En él nace un debate interno que culmina al final de esta breve historia. El tema de la suplantación de identidad en 1970 ya había sido abordado en diversas ocasiones en la literatura y el cine desde diversos puntos de vista pero esta autora le da la vuelta al concepto. A través de Martha escuchamos la voz descorazonada de un crio que empieza a dudar de quién es en realidad, si Martha o la criatura que antes fue. Para más inri el niño cuenta con una profunda presión por parte de sus familiares, pues los cuerpos, se supone,  solo tienen la función de servir de contenedor temporal. No obstante, la criatura parece haberse encariñado con su envase, su vida como Martha es plena, aunque no exenta de machismo que la autora critica dentro de sus posibilidades duramente.
“Llegan primero como exploradores y tal vez se dan cuenta de que nosotros somos una raza que sólo tiene un sexo, seres proteicos casi amorfos; nosotros, incluido yo, que soy un niño, somos capaces de adoptar diversas formas a voluntad. Con sexo y un lóbulo cerebral, vivimos más o menos en puentes de cristal tendidos sobre el abismo humanoide, comiendo, divirtiéndonos, esperando a otras razas y jugando a otros juegos como la mayoría de los seres vivientes”
Dorman vivió toda su vida en Nueva Inglaterra—ya sabemos por qué escribía tan bien—hasta su muerte, que sucedió en Nuevo México o Nueva Andalucía, como prefiráis.  Poetisa y excelente narradora, aborda en todos sus relatos la problemática de nuestra condición. Este es un claro ejemplo donde nuestra condición puede condicionarnos a tomar ciertas decisiones, como la que este crío en un cuerpo de mujer le lleva a realizar.

La granja (The Food Farm), por Kit Reed. 

Cuando encuentras un relato así lo único que puedes hacer es o bien devorarlo o  bien comerte las uñas leyéndolo pausadamente. Yo hice una amalgama de las dos opciones. En el relato se detalla como Nelly, una chica que sufre sobrepeso severo, es estigmatizada diariamente por sus progenitores—porque a eso no se le puede llamar padres— y acaba encerrada en una institución para chicas como ella, donde le obligan a restringir la cantidad de alimentos ingeridos a diario. Su único consuelo es oír cada noche la melodiosa voz de Tommy Fango, un cantante de moda.  ¿Qué es entonces lo que hace que podamos enmarcar este relato en el género? Eso habréis de descubrirlo.
Es cierto que el grado de ciencia ficción de este relato es mucho menor en comparación al resto de la antología, pero no por ello podemos decir “esto no es ciencia ficción” porque realmente sí lo es; esta historia se trata de una utopía. Fin. Y al margen del superfluo debate de es ciencia ficción o no porque dichos elementos sean a penas sugeridos, me gustaría hablar de cómo la autora profundiza en el tema de la obesidad y cómo lo hace. Reed logra que nos metamos en la piel de la protagonista en muy pocas palabras, ofreciéndonos una historia realista alejada de la superación personal. Creo que hablo por muchas personas cuando nos venden la moto de que con esfuerzo y perseverancia se puede vencer cualquier enfermedad mental o una discapacidad, que si no quieres es porque no te da la gana; con esfuerzo y amor todo es posible. Pesimista o realista, debo decir que esto no es así nunca, jamás de los jamases consigue una persona curarse tan solo con esfuerzo y perseverancia. La vida de una persona enferma no es negra ni blanca, siempre es gris, marcada por su problema o por el miedo de que dicha enfermedad vuelva a reaparecer en el momento menos oportuno. Estoy harta de que se venda la típica historia de amor tóxico que todo cura, como si el sujeto de turno tuviera unas habilidades sanatorias semejantes a Jesucristo. Nelly es una persona sin ningún tipo de ayuda hasta que conoce a Ramona, otra chica con el mismo problema de salud. A partir de entonces las cosas mejoran, pero no tanto como se cabria esperar. La amistad, como el amor romántico, no curan absolutamente nada. Y aquí es donde entra Tommy Fango. ¿Qué objetivo, pues, tienen en la historia Ramona y Tommy? Ambos son una influencia positiva para Nelly, pero su influencia solo brinda ayuda emocional a Nelly para tomar una decisión sobre su vida, nada más. La autora se deja de sandeces y esgrime de forma impecable el hecho de que si la persona con una enfermedad no quiere dar el primer paso —que no asegura la superación de nada— nadie va a darlo por ella.
Escrito en 1967, me ha parecido un relato muy positivo para todas aquellas personas que se encuentran en un problema similar al de Nelly. Repito, lo que Reed cuenta no es una historia de superación, sino una historia de cómo una chica aprendió a llevar su obesidad sin dolor, y, sobre todo, sin miedo. 

Chica, eras grande (Baby, You Were Great), por Kate Wilhelm. 

En el relato se plantea el mundo cinematográfico de América con tintes futuristas, un Hollywood  que parece sacado de la maravillosa producción Eva al desnudo con retazos de ciencia ficción bastante logrados. Una joven estrella de cine se ve inmersa en un mundo de hipocresía y donde se metió para ganar fama, pero ahora su vida privada es vendida a todos sus espectadores a través de un aparatito que lleva alojado en el cerebro. Es una historia donde se critica el poder que los directores de cine tienen sobre las actrices las cuales, sobre todo durante la segunda mitad del siglo XX eran utilizas más como mercancía un producto que como una persona. ¡Bienvenidas al capitalismo, chicas!

Sexo y/o el señor Morrison (Sex and/or Mr. Morrison), por Carol Emshwiller. 

Este relato la verdad es que no sé cómo calificarlo, quiero decir, clasificarlo en un subgénero de la ciencia ficción. He leído muchas cosas extrañas porque, bueno, uno de mis géneros favoritos es el weird *soy muy moderna, lo sé*, y sin duda esto se aproxima bastante al weird ochentero. La atmósfera del relato narrado en primera persona es bastante intensa desde un primer momento. El lector puede experimentar un intenso malestar ante la insistencia de la protagonista de hablar con el señor Morrison, como si algo realmente no anduviese bien. Existe una línea que separa una obsesión de algo que va más allá de una pasión exacerbada, es un sentimiento que reconcome órganos y huesos, que produce más agonía que placer. Aunque tal vez no nos demos cuenta de que también es posible hallar placer en la agonía. De hecho nada más empezar el relato, la protagonista comenta lo siguiente:
“Podía poner mi reloj en hora al escuchar los pasos del señor Morrison en la escalera, no porque fuera extraordinariamente puntual[…]Yo le espero abajo, a veces mirando hacia arriba y a veces sosteniendo mi despertador en las manos. Sonrío con una sonrisa que espero no sea tan triste como la suya. La cara de luna del señor Morrison tiene algo de Monna Lisa. No cabe duda de que tiene secretos”.
Sin duda tiene unas extrañas afectaciones por el señor Morrison que se acentúan cuando decide allanar la morada de este. Para más inri cuando el señor Morrison vuelve a su apartamento ella se esconde allí para verlo hacer...sus cosas de solterón. Y todo eso contado con un tono bastante neutro, como si fuera lo más normal del mundo oler camisas usadas y comer queso bajo un escritorio. En varias ocasiones hace pensar en que tenemos un narrador no fiable, pero luego sucede que Emshwiller le da la vuelta al relato y todo lo que teníamos preconcebido se viene abajo, desencadenando un sentimiento de repulsa y horror aún mayor que ver a una criatura obsesionarse de tal forma con el vecino de arriba. Hay una mezcla de ciencia ficción, terror y fantasía, y por la fecha del relato podría decirse que entra en las características de la weird fiction de aquella época. Juzguen ustedes mismos.

Falso amanecer (False Dawn), por Chelsea Quinn Yarbro. 

Falso amanecer fue un relato escrito en 1972, adelanta una estética al estilo de la última de Mad Max y contiene una valiosísima influencia del pensamiento pro-mutante de Magneto (X-men). Thea vive en un mundo insalubre e infértil sobreviviendo como puede a las pequeñas comunidades guerrilleras y piratas que pululan por ahí, hasta que un día por razones del destino se topa con uno de aquellos tipos. Me ha parecido un gran relato por cómo Yabro va metiendo al lector la historia, la personalidad de Thea es la típica de estas historias, tía dura y superviviente, pero no deja de sentir miedo y lo expresa con sus acciones, que es para mi lo más importante. Lo que no me ha gustado ha sido que se ha notado demasiado que el relato es una historia que podría haberse convertido en una novela. De haber pasado yo habría ido corriendo a comprarla.



La casa de nadie (Nobody’s Home), por Joanna Russ. 

Por más que he intentado entender algo de esta historia no he podido, ha sido superior a mí. Solo sé que los humanos han descubierto una capacidad supermegaguay de viajar a diferentes puntos del paneta en segundos. Esta idea sería interesante de no haber metido otras cosas que, sinceramente, no pegaban nada con la historia, al menos como Joanna Russ lo plantea es farragoso, no se entiende absolutamente nada. Me supo mal darle esa nota pero es que leí dos veces el relato y no me enteré de nada ni la primera vez ni la segunda.

Bruma, Hierba y Arena (Of Mist, and Grass, and Sand), por Vonda N. McIntyre. 

Este relato dio pie a una novela de la misma autora llamada Serpiente del sueño, sin embargo no está mal echarle un vistazo al relato porque el concepto de cómo la protagonista usa el veneno de serpiente me parece de lo más novedoso. Está muy bien expuesto y relatado cómo para curar un niño la protagonista usa una metodología muy estricta con las serpientes para que piquen al crio en una zona determinada y la cantidad justa de veneno actué. También se critica a la humanidad mediante el tratamiento que le dan estos a las serpientes, como seres a los que no hay que mostrar mucha confianza, de una manera bastante directa y rotunda. Me ha parecido un relato entretenido, distinto al resto de la antología, y este sí, mucho más dentro de la fantasía que de la ciencia ficción. Evoca los buenos libros de fantasía de mediados de los ochenta, como cualquier historia de Louise Cooper.
“Serpiente vio cómo la gente la rodeaba. Arevin dio un paso hacia ella y luego se detuvo. Serpiente pudo darse cuenta de que él deseaba que ella se defendiera a sí misma. 
—¿No puede ninguno de vosotros llorar? —preguntó—. ¿No puede ninguno llorar por mí y mi desesperación, o por ellos y su culpa, o por las cosas pequeñas y su dolor? —Sintió que las lágrimas resbalaban por sus mejillas” 
En cuanto a lo que os comentaba muchos párrafos arriba de la disponibilidad de Mujeres y maravillas, sí, el libro está descatalogado. ¿Y qué hacemos cuando descatalogan buena literatura? Esperamos a que la reediten o…buscamos en el mercado negro. Hay varias páginas Todocolección, Uniliber e Iberlibro donde podéis comprar esta antología por un precio más que irrisorio para la calidad de los relatos. No vale decir que no tenéis tarjeta de crédito puesto que en las dos primeras páginas muchos compradores aceptan pago por transferencia bancaria. Así que id, pequeños humanos, id y consumid.
Por mi parte poco más que añadir. La verdad es que esta reseña me ha costado hacerla bastante más tiempo del que tenía estimado, pero creo que he contado cositas interesantes de los relatos para, por lo menos, picaros el gusanillo; he expresado muchas de mis opiniones y eso siempre causa una mezcla de miedo y alivio.
Nos vemos.
créditos de las imágenes

3 comentarios:

  1. Pedazo de reseña. Me ha encantado. A la antología ya le eché el ojo cuando la descubri en goodreads cuando la estabas leyendo. Me llama mucho la atención, además trata temas muy variados y en general parece tener tonos muy diferentes, lo cual puede ser enriquecedor.

    Gracias por descubrirme esta lectura!!

    Pd: La ilustración que has usado al final del relato Los habitantes del viento me ha enamorado profundamente.

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  2. Eres una JEFA!!!! no sólo he apuntado este libro sino que ha subido en mi lista de pendientes de manera supersónica!!!
    Desconocía totalmente este libro y me ha encantado tu reseña! Me maravilla tu planteamiento en serio, pocas veces se habla de este tema de forma tan clara!!! El de Contaminación me llama mucho la atención, aunque es cierto que de todos los relatos de los que hablas se puede extrapolar a nuestra sociedad actual...
    En cuanto me lo lea te comento, porque presiento que se podrían llenar aforos con un debate sobre este libro!! :D
    Besotess!!!

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  3. ¡Hoooooola! *3*

    Oh, nosotras SÍ aprendemos mucho contigo. Y tú sí haces las reseñas a la altura de tus lecturas. ¡DEBÍA CORREGIRTE! u__________u

    Ahora bien: CALLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLA. NO DIGAS MÁS, POR FAVOR. ¡QUÉ HYPE DE ESOS ME HA ENTRADO! AHHHH. En serio. He leído las cositas que has contado sobre cada uno de los relatos que que que casi me morí. Los títulos me parecen preciosos. Ah, algo que no mencioné: ME FASCINAN LAS IMÁGENES QUE AÑADES.

    Aiiiiis, Omaira, qué poquita cosa crees que eres, y de qué forma tan grande te veo yo. ¿Algún día conseguirás llegar a las imágenes que tengo sobre ti? No, no lo harás. Pero yo te las recordaré porque sería una pena no hacerlo.

    Te aprecio mucho.

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