viernes, 30 de septiembre de 2016

De chucho a homúnculo proletario: Corazón de perro.



Creo que este autor ya no necesita presentaciones por mi parte en mi blog; Bulgákov es, como muchos sabéis, un escritor que me fascinó de principio a fin cuando leí El Maestro y Margarita, la novela más nombrada de su producción y la última que escribió. Son pocas las veces que retorno a un escritor que me ha gustado tanto en tan poco tiempo, pero es que Mijaíl Bulgákov es de esos autores que provocan que el lector acuda a sus historias casi por la necesidad de disfrutar de ese humor altamente sofisticado tan suyo. Ya sea por la absurdidad bien plasmada de alguna escena, o bien, por el punto macabro de los pensamientos de sus personajes estas son del tipo de historias que nos llegan al alma. Y está claro que esta vez con Corazón de Perro no ha sido menos.

Aunque la novela fue prohibida por el gobierno de la URSS existen otros caminos menos éticos, pequeños subterfugios, a los que diversos escritores soviéticos acudieron para ver publicadas sus novelas: la maravillosa revista Samizdat. La publicación de Corazón de perro por un medio ordinario no dataría hasta 1987, prácticamente a las puertas de la disolución de la URSS.
Pero bien, ¿qué es aquello que llevó al gobierno soviético a censurar esta magnifica obra? ¡Si tan sólo relata como un perro se convierte en hombre! Las líneas generales puede que sean esas, pero es indudable que la obra esconde una critica muy negativa a diversos aspectos de la vida cotidiana que expandió el gobierno soviético. Y digo esconde, pero sería más correcto decir que expone sin pelos en la lengua. Como suele pasarme con casi todos los textos rusos, en innumerables ocasiones mientras estaba leyendo me preguntaba si lo que estaba leyendo estaba bien, o más bien, tenía  plena consciencia de que los fragmentos que leía había sido previamente censurados. En esos momentos de pasados una sensación morbosa me acometía y deseaba leer más cosas prohibidas del autor.
La historia da comienzo con las andaduras de el perro callejero y malherido Shárik, que desfoga su hambruna con las personalidades cocineras proletarias en la oscuridad de una noche con tintes tragicómicos. Tras el reclamo de un buen chorizo, y sin que a penas pueda asimilar aquella pieza caida del cielo, es llevado a la calidez del hogar de un hombre al que apoda Profesor y que comprueba que se halla muy lejos del ideal de «hommo sovieticus». Sin embargo, el efímero momento de abundancia desaparece cuando emplean a Shárik como conejillo de indias implantándole la hipófisis y las glándulas sexuales de un delincuente proletario, transformándole gradualmente en un... hombre soviético.
No ha sido muy difícil determinar qué ha sido lo que más me ha gustado de Corazón de perro, ya que el tono de la historia ha sido totalmente acertado en mi humilde opinión. Creo que Bulgákov puede hablar de todas las miserias del alma en un tono casi amigable, satírico en resumidas cuentas, pero no por ello exento del poder que sus palabras hacen mella en todos nosotros.
“¿Creéis que juzgo por un abrigo? Tonterías. Ahora también llevan abrigo muchos proletarios. Aunque, ni que decir tiene, con cuellos que no son como el de éste. Y uno puede confundirse desde lejos. Pero a nadie puede confundir, ni de cerca ni de lejos, la expresión de los ojos. Y es que los ojos son algo fundamental. Como un barómetro. En ellos se ve todo: al que tiene el alma seca, al que puede meterte sin motivo alguno la puntera de la bota en las costillas y al que teme a todo el mundo” Págs. 15-16. [Para muestra un botón].

Otro aspecto de la novela que he disfrutado mucho es la sátira. Este hombre nació para hacer sátira porque de verdad que no he encontrado a ningún autor que me haga reír con este género tanto como él. Y es que además siempre nos quedamos con la superficie de la crítica, lo cual me parece un craso error. Bulgákov no solo criticaba al extendido ideal de «hommo sovieticus», sino también a las acomodadas personalidades que había creado el régimen zarista en el ocaso. Esto último queda patente con el personaje del médico cirujano, Filip Filipovich Preobrazhenski, el que hasta entonces conocíamos apodado como Profesor. Dada su posición tan excepcional es predecible que no va a ser harina de buen costal, y poco después queda planteado que Filip Filipovich es un ser bastante hipócrita cuando en un problema con la distribución de habitaciones del bloque de pisos donde reside se pone rápidamente en contacto con una institución del mismo gobierno que desprecia a la mínima ocasión que encuentra. Me parece sin lugar a dudas una sutil critica a la reducida burguesía que había quedado con cabeza por conveniencias políticas de la URSS. Filip Filipovich, como buen burgués que se precie, va a hacer uso de sus privilegios por muy rastreros que dichos sean. El nivel de amoralidad del personaje llega a un punto culminante cuando utiliza a Shárik como espécimen para uno de sus experimentos, entonces entra en juego el concepto de científico loco sacado mismamente de Fankenstein. Y, como se trata de Bulgákov y no un imitador, está claro que le va a dar la vuelta a cualquier cliché.
Realmente no se nos plantea nunca en la figura de Filip Filipovich la de un hombre que roza la enajenación o una deforme brillantez. Más bien parece un hombre prosaico, con cierta inteligencia y de modales refinados, sí, pero de una mala uva impresionante.
Por otra parte está Shárik, el perro más interesante que he leído en la literatura hasta ahora. No quiero adentrarme en la psique del personaje con profundidad, pero sí que quiero hablar de como Bulgákov juega a varios bandos con él. Al principio se nos presenta un perro anticomunista, tras la operación este conjunto de juicios parece revertirse con cierta rapidez hasta tal punto de quedar como una desagradable deformación de ese ideal de «hommo sovieticus», que en un principio quedaba planteado como un hecho científicamente interesante mediante el diario del protegido del profesor, el doctor Bormenthal. ¡Empieza la sátira!; vemos que en Shárik comienzan a producirse una amalgama de opiniones y acciones que se mueven entre las bajas pasiones del alma y las idealizadas durante el período soviético. 
La amoralidad y la moralidad juegan un papel muy importante en la historia, las continuas contradicciones que provocan estas en Shárik son las que mejor nos hacen ser conscientes de que erte es, seguramente, el tema principal de la historia. Un conflicto de completa actualidad tanto en los años veinte como ahora.
Shárikov sólo manifiesta restos de lo perruno; y tenga en cuenta que lo de los gatos es lo mejor de todo cuanto está haciendo. Comprenda que ya no tiene corazón de perro sino, precisamente, de hombre. ¡Que es el más repugnante de todos cuantos existen en la naturaleza!” Pág. 175 [Ciertamente, así es].

Por mi parte poco más que añadir. Corazón de Perro es una novela de dimensiones reducidas, a penas llega a las doscientas páginas, pero es de esas novelas que se disfrutan una bucólica tarde de otoño, repentinamente lluviosa, con un té y unas cuantas galletas al lado. Hace reír y sonreír, pero también consigue que nos adentremos un poco más en los temas de Bulgákov y en sus inclinaciones literarias que constituyen, para mí, un universo propio. Espero leer pronto otro texto del señor Jaí.

2 comentarios:

  1. Cuánto aprendo con tus reseñas, Omaira!!! Tienes un estilo que atrapa!
    Bulgákov ya sabes que lo tengo pendiente desde hace bastante, El Maestro y Margarita lo tengo ahí haciéndome ojitos jeje sé que tienes la vídeo-reseña que no he visto porque no quiero tener una idea previa a la lectura ..pero estoy deseando leerlo para comentarlo contigo!!! xDDDD
    Este por supuesto me lo apunto porque presiento que Bulgákov, al igual que está haciendo Dosto, me va a dejar huella :)
    Besotes enormes bonica!!

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  2. Querida, pese a que el libro no es para nada de mi estilo ni para mi, leerte es siempre un placer para mi cerebro.
    PD: Ayer he empezado La corte de los espejos jejejeje
    Un besazo^^

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