sábado, 31 de diciembre de 2016

1938

Otro año que dejamos atrás junto con sus alegrías y miserias. En general mi 2016, un año que esperaba cerrar con resultados más positivos, ha dejado una sensación agridulce tras de si. Es cierto, ha sido una etapa reveladora, pero en otros aspectos ha sido un año duro, muy duro. Después de una sensata reflexión he decidido reemplazar la amargura por todas las decepciones por la esperanza porque, sí, este año he caído en la necesidad de encontrar la felicidad en cosas que escapan a mi alcance, y no hablo en ningún caso de que por culpa del dinero no haya llegado. A veces es inevitable sentirnos decepcionados al descubrir que no podemos alcanzar las metas que nos proponemos a falta de habilidad o inteligencia. Todo un año me he sentido furiosa y dolida mientras era consciente de que no alcanzaría mis expectativas de ninguna forma, y que seguramente jamás lo consiga por mi carácter y mi salud. La realidad es que me he presentado a un combate a espada sin haber empuñado ninguna en toda mi vida, y sentirse mal con uno mismo por no saber utilizarla es cuanto menos insensato y pueril. Y por eso, en vez de caer en la necedad y el abatimiento, he creído más conveniente fijar en 2016 unas metas concretas, y potenciar mis habilidades tanto como pueda, y si no llego al menos el camino me habrá enseñado algo. Y este párrafo es, seguramente, la expresión más sincera que he tenido conmigo misma en todo 2016. Ahí lo dejo. 
Literariamente no ha sido un mal año a pesar de leer una cifra considerablemente menor de novelas con respecto al pasado. La mayoría de textos los he escogido porque sabía me gustarían incluso antes de leerlos por algún aspecto destacable y, obviamente, todo han resultado ser clásicos. Es lo que tiene la falta de recursos y de tiempo, voy a lo seguro...o no termino leyendo nada.
Gran parte de piezas breves que he leído este año me han gustado, pero sin duda la que más recomiendo es Ethan Frome de Edith Wharton. La historia, ubicada en uno de los inviernos más duros de la Massachusetts rural, narra la historia de Ethan, un hombre que ha perdido la capacidad de sentir y de soñar. En un entorno tan vil con el ser humano llega a al hogar de los Frome Mattie, la prima de la enfermiza esposa de Ethan, para aliviar la carga del trabajo doméstico a Zeena. Es tremendamente difícil escribir una buena historia de amor en cuatrocientas páginas, imaginad la ardua labor que supone hacerlo en a penas ciento y pico páginas. Y esta es, seguramente, una de las historias de amor más desgarradoras y preciosas de la literatura. La influencia más latente en Ethan Frome es Cumbres Borrascosas, y que esto no os persuada porque la relación que mantienen Mattie y Ethan está muy lejos de la fascinante toxicidad que transmite Emily Brontë con sus personajes, la influencia sobre esta obra reside en la atmósfera lúgubre, esencialmente. Como lectora que suele apreciar mucho este aspecto puedo decir que Wharton realiza un trabajo impecable. Una lectura muy recomendada para esta época del año.
En el apartado de relatos debo decir que la cosa ha estado bastante reñida, pero ganan por goleada las mujeres “realistas”. En primer lugar destaco Indian Country de Dorothy M. Johnson un compendio de relatos del viejo Oeste editados por la editorial Valdemar en su colección Frontera (el Hombre Negro los bendiga por esa magnífica colección). Si queréis una opinión más concreta de cada uno de ellos os dejo la reseña donde hablo en detalle de cada uno. Sin embargo, y de forma más general, añado que se tratan de unos relatos deliciosos tanto para los amantes del western como para aquellos lectores con más reticencias hacia éste. Es cierto que las figuras literarias western nunca me habían dado buena espina ya que en mi familia siempre han estado presentes los típicos folletines del oeste con historias de dudosa calidad. Pero Valdemar apuesta solo por maestros y os aseguro que todos los autores editados en esta colección son auténticos entendidos del género y, la que más, Johnson. Por otra parte están Reflejos en un ojo dorado & La balada del café triste, dos relatos escritos por Lula Carson McCullers, escritora sureña de una calidad literaria que a mi criterio sobrepasa a Faulkner ampliamente. El potencial de McCullers reside en sus personajes, porque no solo son personas anónimas, sino también monstruos de alma o bien físicos. Su atracción literaria por personas humildes con alguna discapacidad mental o física y el tratamiento que da de estas carencias dotan a todas sus piezas de un distintivo único, porque todos los que la hemos leído (y disfrutado) coincidimos en que Lula es única cuando nos habla sobre la miseria humana. Reseña Indian Country/ Reseña Reflejos/Reseña Balada.
Mientras que las mujeres predominan en el panorama breve en la narrativa extensa ganan los hombres, y en esta ocasión no ha sido muy difícil hacer mis elecciones.
El Coleccionista, John Fowles. Me lancé con esta novela con bastantes reticencias a causa de una sinopsis no muy afortunada, ya que imaginaba que se trataría de un pastiche que contendría una extraña mezcla entre la nefasta Psicosis de Robert Bloch, que contó con una historia adaptada al cine más afortunada que la original, y poco de misterio de una novela posterior denominada El silencio de los corderos de Thomas Harris. Por supuesto me equivoqué, de hecho considero que Fowles innova muchos aspectos literarios con El Coleccionista(sobre todo en cuanto a la estructura se refiere) y demuestra un dominio absoluto de ellos gracias a la narración introspectiva de Frederick Clegg y de Miranda Grey, protagonistas de una novela que fundamentalmente calificaría de terror psicológico. Es cierto que más allá de la disección y preparación de las mariposas que busqué por mi cuenta motivada por el entusiasmo que ponía en Frederick en su afición no aprendí muchas cosas con la novela, y es raro en mi calificar una novela tan positivamente cuando tiene carencias en este aspecto. El motivo del gran cariño que siento por la novela se debe en su totalidad a su protagonista masculino, Frederick Clegg. Como personaje, e intentando ser objetiva, considero que está muy bien construido porque Fowles esboza y construye a un secuestrador pero no sin antes hablar de su infancia, de los padres de Fred, incluso de como empezó su afición hacia las mariposas y el trabajo de mierda donde le acosan constantemente por ser una persona tranquila y sin aspiraciones vitales muy grandes. Sonará un poco ético lo que voy a decir pero leyendo esta novela me di cuenta de que en la mayoría de casos, ya sea en la ficción o en la realidad, cuando sale un psicópata a la luz automáticamente juzgamos sus acciones miserables sin pararnos a observar todos pasos que ha dado hasta cometer dichas acciones. Yo no digo que tengamos que apiadarnos ni disculpar todo acto de delincuencia pero lo que no podemos hacer es comportarnos como puritanos aterrorizados, porque eso es justamente lo que esperan que hagamos. El Coleccionista logró que me planteara hasta qué punto podía comprender y entender el secuestro que comete Frederick para salvarse a si mismo y procurarse un poco de felicidad. En un mundo que desea monstruos no puedes esperar que algunos de ellos no se rindan y dejen de nadar a contracorriente. Y para aquel que disienta en mis juicios concluyo diciendo que día de hoy Frederick Clegg sigue pareciéndome uno de los mejores hombres de la literatura, y por supuesto más que digno de todo mi amor y respeto. Ah, ¡y recomiendo que tras leer la novela veáis la adaptación cinematográfica!
El Maestro y Margarita, Mijaíl Bulgákov [Videoreseña]. No sé si mis sentimientos por esta novela se pueden expresar con palabras precisas, pero debo intentarlo por el autor de estas. La novela superó con crecer las expectativas que llevaba cuando me lancé a su lectura por segunda vez tras un primer intento fallido. Por mucho que imaginemos qué encontraremos nunca es estamos completamente seguros, y ya me he cerciorado de que Bulgákov siempre sorprende. Y El Maestro y Margarita es, además, la novela con la que más me he reído en toda mi vida gracias a esa incertidumbre, ya que Mijaíl sabe jugar con el humor negro como un auténtico maestro y dejé que su visión endiablada del mundo me llenara. El final, tan onírico y adecuado, me dejó una sensación de bienestar y paz mental que solo puedo comparar a la que experimente cuando vi por primera vez la pequeña Nueva Inglaterra española, Asturias. Como con el caso anterior, tampoco aprendí mucho con El Maestro y Margarita, pero durante los días que leí la novela y posteriores fui inmensamente feliz gracias a todos los sentimientos que el autor había despertado dentro de mi y que necesitaba tanto en esa época de mi vida. Sobre todo me quedo con la sensación que en algunos pasajes vislumbre el alma de Bulgákov, y sin darme cuenta también perdí un poco de la mía en la Rusia de 1930.
The Moon Pool, Abraham G. Merritt [Reseña]. ¿En serio alguien esperaba que este hombre no apareciera en la última entrada del año? Sé que los que me leéis usualmente por tuiter estaréis un poco cansados de mis continuas menciones a la obra de Merritt pero él es una de las pocas alegrías que me ha dado la segunda mitad del 2016 y para mi es justo y necesario hablar de él. Como autor me ha aportado mucho más que los anteriormente mentados a nivel personal. A nivel literario sus historias contienen pasajes tan originales con descripciones minuciosas y una prosa en ocasiones lírica y evocadora, que constituyen más de lo que alguna vez pedí al género. Además Abraham Merritt sabe construir grandes personajes, aunque se resista en dejar atrás los arquetipos del pulp por alguna razón que siempre desconoceré. Recomiendo encarecidamente que leáis The Moon Pool, pero cuando lo hagáis, ya sea en inglés o en español, hacedlo con la mente abierta, porque ya os digo que entonces encontraréis una historia entretenida, emocionante y muy educativa que se convertirá en una de vuestras weird-essencials.
En 2016 me he animado a leer más no-ficción motivada también por la necesidad de sumergirme en textos de índole más «sesuda». Sin duda es la vertiente de la literatura que más pendiente tengo en la vida, y es que con el tiempo me gustaría darle más prioridad a la filosofía, ensayos y testimonios que a la narrativa. Me cuesta mucho tener una constancia con la no-ficción y tardo mucho más tiempo en leer este tipo de textos, aun así creo que estos son los primeros pasos de una temprana evolución del pensamiento, y si no es eso al menos siento que ciertas partes de mi cerebro aumentan, y con ello, mi capacidad de comprender conceptos complejos referidos a la vida, el universo, el amor, la tristeza o la muerte.
Voces de Chernóbil, Svetlana Alexievich. La «novela a voces» por excelencia que nos habla sobre el accidente nuclear sucedido en la ciudad de Pripyat a finales de los ochenta y que de una forma u otra terminó convulsionando nuestro mundo. Sentí especial atracción por este hecho desde que, cuando tenía catorce años, nuestra profesora de física y química nos puso un documental sobre la masacre de Chernóbil. Creo que fue después de ver ese documental fue cuando empecé a perder gradualmente la fe en la humanidad y este año, tras leer los testimonios de aquellas personas que vivieron un suceso tan doloroso, reviví esas experiencias y me causaron muchísimo dolor pero también fue necesario. Lo quiero decir es que el ser humano solo puede aceptar de buenas formas una verdad que lo va transformar cuando es pequeño, y no en todos los casos. Cuando eres adulto aceptar una verdad de ese tipo duele, te abre el vientre, te vacía... Así me sentía yo mientras leía Voces de Chernóbil. Cuando me sumergía en estos testimonios creía que una parte de mi inocencia y esperanza en la vida misma moría, pero también experimenté como una coraza más dura se adhería a aquella frágil e inestable que había sido construida durante la adolescencia o los años de castigo. Y al final supe que había aceptado consciente la existencia de ciertos tipos de dolor con los que estas personas, casi anónimas, tienen que lidiar diariamente por el accidente. Aprendí con Svetlana y los narradores a aceptar la pérdida y, en ocasiones, a amarla; así comprendí que por fin estaba capacitada para afrontar partes de mi misma en las que había evitado pensar, y a amar por primera vez a un ser humano por encima de todo como medio para aceptarme a mi misma al final de mi existencia.
Voces de Chernóbil no es una lectura fácil en ningún sentido, pero vemos la cara más sincera del ser humano y siempre es necesario tener en cuenta este aspecto en cualquier punto señalado en el río del tiempo.
Hacedor de Estrellas, William O. Stapledon. Si tuviera que resumir el contenido de este ensayo novelado diría que es un viaje por la historia humana a través de civilizaciones alienígenas ficticias de nuestra galaxia. No obstante he obviado toda la pasión implícita en semejante excursión, que, sin embargo, a los lectores modernos tal vez les parecerá insustancial. Me gustaría preguntarle a Stapledon por qué el protagonista le habla con tanta dulzura y cariño a su mujer al principio y al final de la historia; por qué, William, ese hombre que es esencialmente tú no ha sido capaz de enloquecer viendo la vastedad del universo, y sobre todo, William, oh, queridísimo William, cómo ha conseguido no volverse una bestia egoísta y seguir amando a su familia tras observar el abismo del fin y al mismísimo Hacedor de Estrellas. No voy a recomendar este ensayo a cualquiera incluso a los más experimentados en el género fantástico, siento que nadie en este mundo podrá comprender el firme lazo, tan maravilloso y tan íntimo, que he trazado con él y el autor y que me incapacita tener una opinión objetiva. Aquí está todo lo que pienso, todo lo que he imaginado relacionado con el universo, los alienígenas y las estrellas; aquí, en este ensayo, está mi Dios. Espero traeros al blog un análisis a la altura pronto.
Nos vemos,

Feliz Año Nuevo.

1 comentario:

  1. Hola darling :) Ya te dije alguna vez que El maestro y margarita es un libro que le tengo bastantes ganas por tu reseña y algunas más que he visto, gracias por recordarmelo. Me apunto ese El coleccionista, has cautivado mi perspicaz y extraña curiosidad lectora. Un abrazo^^

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