Hacer
un balance de un periodo de tiempo tan breve siempre es complicado,
mas no en este caso. Si en 2014 me hubiesen informado de que leería
tales libros en el año venidero no les hubiera creído. Pero aquí
me hallo, consciente de que cada lectura de este año —a excepción
de unas pocas— ha enriquecido mi alma y transformado mi interior en
un paraíso más fértil y bello de lo que anhele alguna vez. He
aprendido a mirar más allá de los personajes, a valorar sabiamente
la prosa, las influencias y la intención oculta del autor. Aprendí
a no juzgar cruelmente las opiniones y juicios emitidos en una novela
escrita en a finales del siglo dieciocho, el diecinueve o principios
del veinte desde el punto de vista de una persona nacida a finales de
este último y viviendo en pleno siglo ventiuno. Aprendí a
permanecer atemporal ante los clásicos y a la vez me percaté de que
yo no pertenecía a este siglo aunque la mayor parte del mundo y el
Tiempo se empeñen una y otra vez en convencerme de que vivo,
respiro, amo y duermo en él. No fui consciente de ese sutil y gran
cambio hasta mucho después, como el doliente ante los primeros
síntomas de una enfermedad.
He
descubierto un mundo creado por personas que ahora son huesos y polvo
y he firmado con mi sangre el imperturbable contrato que me ata a
ellos y a una realidad lejana a la mía. Antaño no pude atravesar
grandes y vastas esferas de tiempo y ahora no tengo el poder de
agradecer a todos ellos sus palabras y considerarlos abiertamente lo
que son para mi, gente a la que les debo más confianza y respeto que
muchos seres humanos que campan libremente por aquí.
A
veces, por muy estúpido e infantil que parezca, siento que la
distancia entre ellos y yo solo es un chasquido de dedos. Y un día
los chasquearé, cerraré los ojos involuntariamente y allí estarán.
Cada época a la que pertenece cada uno dejará de existir, no habrá
tiempo, no habrá nada... salvo nosotros.
El
año empezó como la más famosa composición de Beethoven. Un
escritor que iba trastocar mi vida, formalizar mi visión del mundo y
las personas, un auténtico amante de la belleza caído, iba a
irrumpir en mi pobre corazón. Al leer su más aclamada producción
literaria me sentí como una bailarina deslizándose por el suelo
entramado mientras la demencial Danse
Macabre de
Camille Saint-Saëns retumba en sus oídos, a punto de sucumbir a un
morboso deceso.
El
señor Lovecraft es intenso.
Generalmente, el primer contacto con él maravilla al mismo tiempo
que abruma debido al poderoso despliegue de vocabulario, adjetivos y
florituras con ese característico tufillo a siglo dieciocho. Como es
lógico hay lectores que rechazan estos amaneramientos que él usa,
obsoletos en su época y aún más en la nuestra. Barroco, aburrido,
exageradamente «literario», sobrevalorado, gótico refinado...
Adjetivos que normalmente podemos ver en boca de personas cuya
relación con el autor y su obra no es precisamente afable. Concuerdo
y mantengo firme en la opinión de que no es un escritor para todas
las mentes.
Jacques Bergier.
Michael
Houellebecq (H. P. Lovecraft. Contra el mundo, contra la vida,
Siruela; 2006) comienza su ensayo citando al escritor francés
Jacques Bergier. El texto resulta un interesante acercamiento para cualquier
neófito a la figura de Lovecraft, pero no hay que tomarlo como un
escrito de referencia. Houellebecq ofrece todo aquello que el lector alternativo espera de Howard Phillips Lovecraft,
perpetuando el mito de «el oscuro de Providence». Pero Bergier dice
una gran verdad y es que para apreciar la obra de Lovecraft hay
que estar un poco roto. No es un escritor de masas.
A
mi parecer, existen dos formas de leer a Lovecraft. La más usual es
desde el punto de vista de sus cosmogonías y la otra desde el ámbito
filosófico. La mayor parte de sus seguidores dan más importancia a
la primera y consideran la segunda como consecuencia de la cruel
visión de la nula importancia del ser humano en el universo. Pero yo
jamás he podido leer a Lovecraft desde el primer punto de vista y
tampoco creo haberlo hecho desde el segundo, así que supongo que hay
una tercero, una lectura mucho más compleja que te hace rozar los
límites de la sublimidad, que te destruye y te hace vivir. Esa
lectura en la que las brillantes estrellas caen del cielo mientras el
mundo gradualmente se oscurece, y al mirar dentro de ti conoces
tardíamente de que eres el único punto luminoso en un desolado y
triste páramo. Eso es para mí leer a Howard.
Sus
composiciones, a excepción de unas pocas, gozan
de una calidad literaria más que notable.
Mis preferidas son las del ciclo onírico y la más lograda, La
búsqueda en sueños de la ignota Kadath seguida
de cerca por La
llave de plata.Lovecraft
conocía a los grandes de su época, los había leído con deleite y
había realizado una dificultosa labor sin percatarse siquiera:
asimilar su influencia correctamente. Él firmemente pensaba que
escribía unos relatos más «a
lo Poe»
y otros más «a
lo Dunsany»
cuando en realidad ideo
algo
totalmente nuevo uniendo
el horror de sus maestros y una versión más terrible de la vasta
mitología creada por Lord Dunsany.
Tras
este gran descubrimiento jamás pensé en encontrar otro autor o
autora que pudiera igualarse a Lovecraft. Hacia finales de marzo
encontré de casualidad una novela titulada
Siempre hemos vivido
en el castillo
de
Shirley Jackson y la sinopsis me pareció tan atractiva que me lancé
rauda a leerla. ¡Pobre criatura, no sabía que esa se convertiría
en mi novela favorita!
Situada
en un pueblo perdido de Nueva Inglaterra cuyos vecinos son lo más
detestable del género humano,la novela está contada desde la
perspectiva de la joven y excéntrica Merricat Blackwood.
Adornando el espantoso y corrupto mundo real con
elementos fantásticos generados por su imaginativa y algo
infantil mentalidad, vive una idílica existencia con su hermana
Constance y su tío paralitico Julian, alejados de la civilización a
excepción de las periódicas visitas de las marujas del turno.
Humildemente admito que mis palabras no hacen justicia a la novela,
por ello solo me queda añadir que se trata de una de las mejores
novelas góticas y terror escritas en el siglo veinte.Cada diálogo
y descripción están escrupulosamente trazados y desarrollados.
Jackson nos ofrece un retrato perfecto sobre la maldad y las
apariencias. Puro horror doméstico.
Imagen: Clare Corfield Carr
La
tercera buena lectura del año fue El
cuento de la criada de
Margaret Atwood. La historia, narrada por una de las voces
más críticas de la literatura,
nos sitúa en un Estados
Unidos —Boston,
Massachuetts— dividido
en
una especie de “estamentos” sumado
a un fanatismo exacerbado de la religión cristiana. Esta
sociedad se divide tal que así: los “Comandantes” son encargados
de la política. Las “Esposas”
que
son las esposas, valga la redundancia, de los comandantes y
desempeñan el papel de mueble del hogar o también un bonito adorno
que lucir en fiestas y visten de azul. Las “Criadas”
que
visten de rojo y su
única
función
es la de dar a luz hijos a los Comandantes.
Las “Marthas”
que
visten de verde y se encargan de las tareas del hogar. Por último
las “econoesposas” y los trabajadores. Las primeras desempeñan
las funciones de las esposas, criadas y marthas a la vez, por eso lo
de “econo-“ y los otros realizan distintas funciones, desde
carniceros hasta chóferes... claro está, bajo un control absoluto
del gobierno. Defred, de-Fred,
nos cuenta su día a día en esta sociedad, su anhelo de escapar de
tal infierno, su vida antes de ser implantado este régimen, y lo que
es ser una Criada.
Es una novela desgarradora, con escenas bastante fuertes de toda
índole, desde empalamientos en el famoso Muro hasta violaciones y
alumbramientos que son tomados como si el mismísimo Jesucristo fuera
a nacer. Inevitablemente las lágrimas fluyen, es imposible no
conectar con la protagonista y no sentir la misma repugnancia que
ella al ser obligada a llevar un velo, a parir y al vivir cuando
desea quitarse la vida.
Bosque
Mitago de
Robert Holdstock, es mi cuarta mejor lectura del año. ¿Alguna
vez habéis imaginado que los mitos tomasen forma y que fueran
reales? Holdstock sí.
La
historia es relatada por Steve, un joven inglés que tras quedar
lisiado en Francia durante la Segunda Guerra Mundial vuelve a su país
y se encuentra con que su padre ha muerto y su hermano no está muy
bien psicológicamente. La influencia del bosque que hay cerca de la
casa de la familia Huxley es fuerte, tan fuerte que los seres que
habitan allí, los mitagos, puras leyendas vivas y peligrosas, han
supuesto para el padre de Steve y para su hermano un tema de estudio
intenso sobrepasando los límites de la cordura. Poco después de que
Steve desempaque sus cosas, su hermano le confiesa que se adentrará
en el bosque durante unos días. Y los días se suceden, las semanas
y los meses y Christian no vuelve. Ante esta perspectiva Steve pasa
sus días aburrido, hojeado con mayor frecuencia los diarios y
estudios de su padre sobre los mitagos hasta que un día aparece en
su casa una mujer de pelo cobrizo, fuerte y atlética llamada
Guiwenneth.
Una
lectura formidable, de esas que te mantienen en vilo toda ella,
de las que eres consciente que saldrás malparado porque el autor no
tendrá piedad y te romperá el corazón en millones de pedacitos.
Quedé completamente cautivada con el estilo de Holdstock y el
desarrollo de la historia, siguiendo un esquema casi
lovecraftiano, junto con una notable asimilación de leyendas de
las islas británicas. Sin duda esta novela me ha abierto las
puertas un mundo increíble y me ha hecho interesarme por todo el
folklore popular de Occidente.
Y
por último, pero no menos importante,
Rebecca
de
Daphne du Maurier. Esta novela la leí un par de meses atrás y jamás
pensé que pudiese conectar tanto con un narrador.
La novela cuenta desde el punto de vista de la segunda esposa de
Maximillian de Winter el día a día en Manderley tras la luna de
miel, el cambio tan brusco que se opera en su vida, pasando de ser
una simple dama de compañía a ser la esposa de uno de los hombres
más importantes del sureste de Inglaterra, junto la profunda
obsesión que desarrolla por la figura de la anterior mujer de
Maximillian, la perfecta e intachable Rebecca.
Reconozco
que la cosa empezó bastante floja porque
me costó engancharme un poquito a la lectura por factores externos a
la novela o du Maurier. Días más tarde cogí la novela y una
especie de pasión irrefrenable se adueño de mí y hasta que no
terminé el libro, a las tantas de la madrugada, no paré de leer. El
primer capítulo es un puro deleite para los sentidos y
la novela, en general, está muy bien escrita. Los personajes se
llevan otro tanto, mi favorito es Ella, la joven esposa cuyo nombre
es un misterio. Me
sentí muy identificada con ella en
muchos aspectos, sobre todo en el punto más álgido de su obsesión,
paranoia y retraimiento social. Me
ayudó a verme a mí misma desde un punto de vista más alejado y
a comprender cómo podrían percibirme los demás, y no, no me reparo
confesarlo. Por otra parte Max… Max es harina de otro costal.
Fui
la protagonista de esta historia desde la primera página hasta la
última.
La adaptación cinematográfica aunque es muy buena—el Maestro
Hitchcock produjo un film de notable calidad—, jamás estará a la
altura del libro. La
novela es tremendamente especial para mi,
todos los personajes me recuerdan a alguien que conocido o cercano a
mi y por tanto me los imagino como ellos. Me considero una versión
distorsionada de Ella y Max es... bueno, cualquiera que me conozca,
lo sabrá. Y sí, le pega mucho.
Con
todo el dolor de mi corazón he tenido que dejar algunas novelas
fuera de esta lista. ¿Por qué? Porque soy dura, cruel y un ser
despiadado. Igualmente las voy
a mencionar por su grandísima calidad literaria. La
trilogía de El
señor del Tiempo escrita
por Louise Cooper fue una de las lecturas que me reconciliaron con la
fantasía épica y oscura. Yo venía de la fantasía juvenil y la
mayor parte de ella está sujeta a un canon recogido en "El
Gremio de los autores Young Adult. Apartado, fantasía épica".
En
fin, Louise Cooper es anterior a todo este sectarismo y manipulación,
y por lo poco que sé de ella parece que nunca fue proclive a
juntarse con otros escritores y hacer bacanales. Su
trilogía rebosa de ingenio, fantasía de calidad con un inolvidable
toque ochentero y
sobre todo muy reflexiva. Recomendadísima. El
Fantasma de la Ópera
de
Gaston Leroux nos transporta a la ópera de finales del diecinueve
donde un fantasma se pasea por allí, tiene complejo de funcionario
español y está obsesionado con la joven Daaé. La
novela apela a la piedad. ¡La pasión, la obsesión, la música! ¡Es
todo uno! Orgásmico leer al señor Leroux.
Breve mención a las novelas: El
italiano de
Ann Radcliffe, ubicada a finales del dieciocho, narración importante
en los primeros pasos de la novela gótica. No deja indiferente. Mrs.
Dalloway de
Virginia Woolf,
el estilo narrativo de la señora Woolf roza lo sublime con
una historia en apariencia superficial pero que esconde grandes
mensajes. Criadas y
señoras de
Kathryn Stockett, novela
que
se sale de los parámetros de lo que suelo leer normalmente pero que
me sedujo con su lenguaje sencillo y
sus tres memorables protagonistas, y finalmente, La
casa de los Siete Tejados de
Nathaniel Hawthorne, perfecta lectura para mentes cultivadas donde el
tema,
la maldición perpetuada a través de las generaciones venideras,
está sobresalientemente tratado.
Nos
vemos,
Feliz
Año Nuevo.
imagen de cabecera: mía.
#TeamMerricat No hace falta decir nada más.
ResponderEliminarMerricat siempre en nuestros corazones.
Eliminarsolo he leido criadas y señoras y el cuento de la criada :)
ResponderEliminaray como me gustan <3
¡Dos clasicazos! (aunque el primero todavía no lo sea, con el tiempo tendrá el puesto que se merece)
EliminarBesitos!
Bueno, la ilustración de Zdzislaw Beksinski me ha robado el corazón. Preciosa. En cuanto a tus lecturas... en fin, ¡qué cantidad de libros, chica! De algunos, por suerte, puedo opinar, y ya sabes lo mucho que me gustó Merricat y su "castillo". También adoré Criadas y Señoras, de hecho está entre mis novelas favoritas, una pasada. La casa de los 7 tejados lo dejé aparcado porque yo soy así y llevo una racha que leo menos que pepeleches. Con el Iniciado, aunque voy más lenta que el caballo del malo, estoy disfrutando, así que muchísimas gracias por dejármelo.
ResponderEliminarUna entrada cuidada y genialmente plasmada, como siempre =)
Zdzislaw Beksinski es uno de mis artistas favoritos. Sus obras son... no sé cómo describirlo, pero cuando miro sus cuadros siento cosas que no experimento normalmente.
Eliminar¡No son tantos! He leído casi ochenta libros este año, bastante normalito la verdad. Tampoco quería leer más. Mejor poco y bien que mucho y mediocre.
No creo que nunca lea una novela sobre la tema que trata Criadas y Señoras que me guste tanto. ¡Bueno pero es comprensible con lo que estás haciendo! ¡Pronto, pronto!
Besitos
Tus palabras se distinguen entre otras miles escritas, y por eso me fascina leerte. :3 Antes de entrar en tu blog, fui en busca de papel y bolígrafo. Gran error, pues a medida que fui leyendo tu entrada, me di cuenta de que no lo necesitaba. ¿Eso quiere decir que te conozco lo suficiente? Seguramente no, pero sí conocía a todas esas hermosas criaturas que se hicieron con tu corazón. *_*
ResponderEliminarMe encanta sentir todo ese amor que pones en tus entradas, y sobre todo, ¡adoro que no lo hagas por obligación! Pues muchos blogs, como tan bien sabemos, publican por publicar. Y no hablemos del contenido. Así que, ¡me tienes conquistada! XD
Un besito
¡Oh, Diana! Me costó casi un mes (más incluso) escribirla, la he reescrito más de cuatro veces, y he aquí el resultado. Me alegro mucho de que te haya gustado.
EliminarBesitos!
Llevo unos días tan locos entre trabajo y cenas / fiestas que no me ha cuadrado ver que publicaste esta entrada. Lo primero, como siempre, me encanta leerte, es un mero placer, quiero Celsius de nuevo, que sea Julio ya por favor. Aquí obviamente ya sabes con cual coincido, que hasta lo compre contigo, el grandioso Bosque Mitago (relectura fija el próximo año). Es una historia tan especial, tan diferente, es difícil de expresar con palabras lo que llega a evocar esa obra. En mi mente esta leer Siempre hemos vivido en el castillo de Shirley Jackson. Los fragmentos que fuiste dejando por ahí, tus impresiones y alguna que otra reseña hacen que me la plantee como futura lectura. En cuanto al genio de Providence, el señor H. P. Lovecraft, ya sabes que voy tentándolo poquito a poquito, como si de una tableta de chocolate negro se tratará, en pequeñas dosis lo disfruto mucho más. Mi dos próximas lecturas del autor serán En las montañas de la locura y este mismo que nombras, La búsqueda en sueños de la ignota Kadath , que obviamente ya verás mis opiniones.
ResponderEliminarUn besin ^^
¡No importa! Mírame a mi, tardo una infinidad en responder comentarios.
EliminarSé que lo he dicho muchas veces pero me parece súper especial que sea tu libro favorito. ¡Es que fuimos a comprarlo juntos! Parece todo un sueño más que un hecho del pasado que realmente sucedió.
Espero que leas pronto Siempre hemos vivido en el castillo. Primero porque es una pasada, segundo porque se lee súper rápido. Como siempre, todo lo bello es breve y etéreo.
Sí, la verdad es que yo hice una burrada, en seis meses leerme todo lo que había escrito en prosa, pero es que el cuerpo me pedía Lovecraft y bueno...no voy a privarme de placeres cuando puedo permitírmelos xDDDDD
Besitos y muchas gracias por tus comentarios cuquis ^-^
Me encanta leerte, mientras leía tu entrada te juro que me olvidé de todo lo demás, era como leer un buen relato.
ResponderEliminarY acerca de tus lecturas, coincidimos en dos, en Bosque Mitago (que lo conocí gracias a ti, así que muchas gracias <3) y Siempre hemos vivido en el castillo. Los dos fueron mis mejores lecturas del año. Son tan maravillosos. Bosque Mitago es exquisito, la narración, los paisajes, los personajes, todo me enamoró. Y con el de Shirley, oh mi Merricat, me enamoré también de ella y la historia es tan bonita, cruel por culpa de la gentuza esa pero bonita ♥
Del resto, espero poder leer este año Criadas y señoras, El cuento de la criada y algo de Ann Radclife, también a Mrs. Wolf y a Nathaniel Hawthorne, empecé La letra escarlata hace meses y por alguna razón que no recuerdo pospuse la lectura. Rebeca también lo tengo muy pendiente y por supuesto, quiero leer más libros de tu amado Lovecraft, La llave de plata me gustó mucho y me dejó con ganas de saber más acerca de Carter y sus fantásticos viajes.
Y sobre tus malas lecturas, me llama un poco la atención Aniquilación, no sé realmente si lo leeré alguna vez pero cabe la posibilidad que le de una oportunidad y ver por mi misma si es malo o bueno. Los otros dos, no creo que vaya a leerlos.
Besos bonita y espero que este año esté lleno de muchas maravillosas lecturas :D