La badass o la falsa feminista

No sé quién fue el inteligente de expandir el mito de que las protagonistas femeninas badass favorecían a la lucha feminista, y mi intención hoy es desmontar ese mito. Desde hace un par de días vengo leyendo un ensayo que escribió una feminista de la primera ola donde se hace bastante hincapié en los roles de la mujer y del hombre en nuestra sociedad. El ensayo al que me estoy remitiendo es “Mujeres y Economía” de Charlotte Perkins Gilman, editado por la Universitat de Valencia. A través de este escrito de no ficción, ciertamente muy enriquecedor, comencé a recordar todos aquellos libros juveniles que, de una forma u otra, me han llevado  a consumir otro tipo de literatura donde me siento más acogida y representada. Ambos tipos de literatura ofrecen personajes e historias muy contrastadas.

Lo reconozco, yo también caí hace unos años. Se me llenaba la boca diciendo que personajes “badass”, como Celaena Sardothien (Trono de Cristal, Sarah J. Maas) o Rose (Vampire Academy, Richelle Mead) eran criaturas fuertes y con grises. Y matizo, esto no solo ocurre en la literatura juvenil. En la literatura adulta sucede exactamente lo mismo, al igual que existen novelas juveniles donde no se da. Como ejemplos fáciles de novelas juveniles con personajes que me encantan por su notable caracterización con gran fortaleza física y mental son: Juliette Ferrars (Shatter me, Tahereh Mafi) o Índigo/Anghara (Némesis, Louise Cooper). Pero volviendo a que en la literatura adulta, protagonistas como Kate Daniels (La magia muerde, Iona Andrews) son consideradas badass muy gratamente. He escuchado a personas, sobre todo mujeres, que usan este adjetivo calificativo para describir, según ellas, una buena cualidad en un personaje femenino, cuando no lo es ni de lejos. Se  dice mucho “badass” pensando en un personaje femenino moderno, incluso modélico, que lucha por una sociedad mejor, o en otras palabras: feminista. Vayamos por partes.

Si buscamos badass nos salen estas definiciones, que pienso que hablan por si solas. En ellas no se menciona absolutamente nada de fortaleza, solo se destaca la rudeza, la agresividad y su motherfuckinismo. Ojo, que siempre es en masculino. Si buscamos badass en Google Imágenes nos salen solo hombres superhéroes (Batman) o “bad boys” (Tyler Durden); las mujeres brillan por su ausencia. Debemos poner “badass women” para que nos salgan féminas. Y si nos fijamos bien, nos daremos cuenta que todas y cada una de ellas solo son una proyección de estos hombres. Pero, ¿cómo se transforma esto al plano femenino? Fácil. Ellas son exactamente iguales que ellos, solo que  añadimos escenas incómodas, de índole sexual o sentimentaloide, donde la protagonista se muestra muy vergonzosa  e insegura, vamos, que no sabe si quiere tirarse al pájaro de turno, besarlo, o simplemente, tocarlo. Pero, oye, ella es muy badass. Señores, esto es considerado actualmente por muchas personas un personaje “feminista”.

Dejando atrás los ejemplos expuestos y hablando un poco más en general, para empezar, un personaje femenino “badass” no tiene porqué comportarse como un hombre  “badass” para ser feminista. No acabas con la desigualdad que existe entre los sexos comportándote como un hombre, es más, la acrecientas. Una guerrera que beber alcohol, fuma como un carretero y se folla a cinco pájaros de turno no feminista. No cuando se hace con la finalidad de ser lo más parecido posible a un tipo hombre. Una gran heroína, que yo cualifico de feminista,  puede ser una anodina chica que lleva una falda por debajo de las rodillas, una mujer musulmana, o tú. Un personaje feminista es ante todo un personaje real. Y no precisamente tiene que saber luchar contra monstruos de tres metros, vampiros u hombres lobo para realizarse. Porque todo se resume en eso ¿no? Si no eres fuerte físicamente, como un tipo muy especifico de hombre, no eres una mujer realizada. ¡Qué más da tu inteligencia! ¡No importa que sepas ver belleza donde otro ser humano no ve nada! ¡Si no sabes salvarte el culo no eres nadie! Esa es la deducción lógica del asunto.

En serio, creemos que imitando las actividades que realizan los hombres y especializarnos en ellas, crearemos un mundo mejor para nosotras. Pero debemos mirar más allá, comprender que lo que hemos logrado solo es una ínfima parte de lo que podemos llevar a cabo. Estamos sometidas a un mundo construido sobre una base que con tanto esfuerzo, durante centurias, han asentado los hombres. ¿Y qué fuimos nosotras en este Gran Plan humanístico? Nosotras fuimos adornos que exhibir en fiestas o las mulas de carga del trabajo del hogar (un trabajo no remunerado, ergo sin validez real), además de las encargadas de la engorrosa y difícil tarea de criar los hijos de nuestro marido. Ni siquiera eran nuestros hijos a los ojos de otros hombres ni a los de la ley. Y ahora que ya no pueden cortarnos las alas a todas es cuando nos toca mirar más adelante. Se puede crear una sociedad donde la visiones del un mundo femenino y el mundo “de los hombres” se superpongan y finalmente se fundan. No debemos aislarnos de ellos, sino ser dos sexos completamente independientes, y unidos por decisión propia. Los hombres también deben de aceptar que nosotras no somos sus criadas, somos individuos exactamente igual de validos ellos. ¿Y cómo se logra? Dejando de imitar a los hombres, y a su vez, que los hombres dejen de obligarnos a permanecer la cárcel que coarta nuestra inteligencia, tan innata como la suya. Esa cárcel llamada su mundo.

Por eso jamás debemos dejar perder la capacidad que tenemos de elección, ni tampoco permitir que, algunas, por ser débiles físicamente se considere que nuestra fuerza mental y artística no es una fuerza real. Una mujer que se limita a copiar el despótico comportamiento de un hombre, una “badass”, no es una mujer feminista ni aboga por el progreso. En todo caso, es una persona sin personalidad cuya única elección ha sido perder la capacidad de tomar decisiones. 

Antes de finalizar el post quiero destacar que los ejemplos expuestos no han sido citados con la intención de ofender a los autores o al colectivo que tiene dichas novelas en alta estima, sino que han sido meros  instrumentos empleados para dar formar a la opinión expuesta aquí.

Nos vemos.