Hace tiempo que tenía el ojo
echado a esta novela infantil gracias a Xanetia, una mujer increíble
que tiene un canal en Youtube que recomiendo bastante visitar si os
gusta la literatura juvenil. Pues bien, a finales de agosto me
apetecía una lectura más amable y recordé que Xane había
recomendado esta novela el año pasado en uno de sus vídeos. Y no
puedo estar más de acuerdo con ella respecto a la opinión que
guarda sobre este libro de su infancia. Es una novela tan fascinante
que lo único que deseas después de terminarla es releerla, una y
otra vez, y descubrir CÓMO María Gripe nos regaló una
historia tan bonita dentro de un contexto digno de un extenso
análisis.
Y es que la escritora sueca
tiene una producción literaria que invita a la lectura sin a penas
saber de qué va una historia, y tengo la sensación de que tras una
historia tan fascinante se esconde una mente aún más. En el caso de
La hija del espantapájaros es cierto que iba bastante
informada sobre qué podía encontrar, pero eso no evitó que la
historia superara con creces mis expectativas.
Gripe nos plantea un peculiar
conflicto que recuerda a un cuento de hadas bajo el influjo del
mundo actual. Una madre marcha a Estados Unidos en busca de fortuna,
o al menos mejorar el estatus económico de su familia. Al mismo
tiempo que toma una actitud emprendedora también toma una decisión
bastante nefasta: deja a sus tres hijos en Suecia a cargo de la mayor
de estos, una niña que a penas tiene doce años. Esa cría
desquiciante, terca y orgullosa se llama Loella, y es bastante
difícil no enamorarse de ella y su infantilidad. En muchas novelas
he encontrado crío más maduros que yo, y hasta cierto punto se
puede justificar. Una mirada completamente adulta es imposible en un
niño de doce años. Loella es muy madura para su edad, claro, ¿cómo
no serlo cuando pasas hambre y frío en un entorno lejos de los seres
humanos? Es difícil no madurar bajo experiencias así. Pero Loella
tiene la reacciones normales de una niña de doce años, y eso me
encanta. Además, intenta solucionar los problemas como una niña de
doce años mediante esa inocencia incorrupta que la vida aún no nos
ha arrebatado, y eso es hermoso, porque Gripe tal vez nos muestra sin
pretenderlo en qué nos hemos convertido los adultos. ¿En qué
nos hemos convertido, Dios mío?
Hay
escenarios dignos de la mejor novela gótica moderna. Loella subida
al tejado, imponente, descrita como un cuervo misterioso bajo el
cielo invernal; Loella esperando a su padre
en el puerto la noche de Walpurguis envuelta en la niebla. Y desde
luego más detalles por los que considero La hija del
espantapájaros una novela
gótica. Personajes extraños, como el ermitaño que vive un poco más
lejos que Loella. ¡Y la mismísima Loella, por favor! Ah, y no
olvidemos la relación afectiva que Loella establece con un
espantapájaros, porque aquí se toca de refilón tema sobrenatural.
Que la historia fuera escrita por una persona que pertenecía a un
país sin una tradición de novela gótica como tal no quiere decir
absolutamente nada para mi.
Entre
los aspectos más curiosos de la novela está la relación que tiene
la hija con los padres. En bastantes ocasiones me sentí identificada
con lo que la cría pensaba, porque era lo mismo que a veces me
sugería mi imaginación a su edad. Me gustaría haberle preguntado a
Gripe por qué la figura de la madre aparece tan desdibujada, y en
cambio la del padre cobra una importancia gradual en la trama. La
relación que mantiene Loella con la madre la he tomado en un sentido
mucho más metafórico que literal. Cada vez que Loella adquiere
madurez para el papel que desempeña en su hogar, mayores son los
sentimientos negativos que le inspira su madre. Siente a su madre
como un ser egoísta incapaz de escribir para ver qué tal andan sus
tres hijos. Loella está sometida a un deceso sentimental, y parece
un tema tabú, pero hay niños que se sienten así al comprender que
para sus padres no son nada. Aunque demuestren atenciones materiales
descuidan en gran medida las emocionales. Criamos niños que solo
buscan satisfacer sus necesidades físicas y emocionales en los actos
materiales, y ya ni siquiera les damos oportunidad de ser inocentes y
hallar arrobo en el amor. Loella reemplaza la alegría por una
melancolía, ajada por la tristeza, cada vez más presente en cada
acto de su existencia a causa del abandono emocional de su madre. Por
eso es lo que decía de tomar el alejamiento de la madre como algo
más metafórico. Del padre, bueno, ni hablemos. Loella no conoce a
su padre, y la primera información que recibe de él viene por la
mejor amiga de su madre. Esa pequeña e insignificante información
se convierte en una esperanza, una esperanza de remitir el dolor, la
soledad y el abandono. En consecuencia, Loella inventa una fantasía
que inspira ternura y empatía. ¡Ay, querida Loella! Y el lector
solo desea que las cosas terminen bien, pero en la realidad las cosas
no son tan fáciles. La esperanza, ¡qué gran arma con doble filo!
Y a eso voy, porque el contexto
de la novela es muy realista. Suceden cosas malas, y los personajes
sufren. Los niños necesitan aprender este tipo de cosas, porque
negar la evidencia solo hará que de mayores se sientan completamente
desprotegidos. Los personajes mantienen relaciones realistas, no todo
se basa en un intercambio de afecto continuo; a veces hay odio,
injusticia, indiferencia. Sentimientos que existen en las relaciones
de amistad. El problema es que hay que mostrar lo que está mal y lo qué no, pero no tenemos que decir a los críos qué esta mal y qué no. Hay que mostrar una situación real, tal y como María Gripe
hace, y que el propio niño se de cuenta de qué está mal en
sobrepasar a alguien a quien respetas. También Gripe habla de
arriesgar, que para mi es lo más duro de la amistad. Cuando pones
todo tu corazón en manos de alguien puede que las cosas no siempre
salgan bien. Aun así me parece que el mensaje concluyente de la
autora es positivo, y muy bien desarrollado, porque deja claro que
ambas posibilidades pueden darse y no pasa nada. No hemos fallado por
perder a alguien, aunque sintamos que sí.
Es cierto que el final puede ser
un poco precipitado, y que me hubiese gustado un buen épilogo para
cerrar una historia tan bonita, pero como la novela me gustó tanto y
las últimas páginas son tan emotivas pongo este aspecto negativo
como algo bastante secundario. Todavía recuerdo como se me aceleraba
el corazón en las últimas páginas, cuando sabía lo que iba a
suceder y aún así....no sé, ¡no sé! ¡Estaba muy emocionada porque una
persona buena iba a recibir todo el amor que siempre había deseado!
Esta una novela que se queda
contigo invariablemente.
Nos vemos 💜.
portada: Laura Makabresku.
portada: Laura Makabresku.
Mi corazón sí acelera, sí, lo hizo desde que comencé a leer tu reseña. :') Suelo sentir una gran afinidad hacia las historias que lees y compartes. *_* No puedo decir nada más al respecto. Lo apuntaré y lo buscaré. Sé que me gustará. :)
ResponderEliminar¿Leeremos más reseñas sobre literatura infantil? <3
Hola, querida Diana!
EliminarPues me alegra mucho oír eso, porque eso quiere decir que coincidimos en algo más que literariamente ;). ¡Y este libro está muy baratito! No llega a los ocho euros (en castellano, por supuesto).
De hecho, sí. La semana que viene habrá una reseña infantil y a la otra semana también. ¡Aquí la literatura infantil es más que bienvenida *___*!
Un besito, bonica mía.
Vale, compro, si , así te lo digo. No la conocía y me atrae totalmente. Es más, es el tipo de novela infantil/juvenil que me parecen tan importantes como las de evasión o simple diversión. Aquellas que muestran la realidad, tanto lo bueno como lo malo, que no todo es color de rosa. Un abrazote :)
ResponderEliminarPero seguro que encuentras algo más que diversión, un mensaje que hará darle una vuelta de tuerca a algo que pensabas. Y espero, como no, tus impresiones. ¡Qué está baratísimo, cari!
EliminarUn besazo.
¡Ay, un libro que sí me he leído!
ResponderEliminarMe acuerdo de haberlo pillado de la biblioteca de mi padre, hace muchos años, y aburrida me puse a leer y me lo acabé esa misma tarde. Tengo muy buen recuerdo de la historia, aunque confieso que la tenía olvidada en mi memoria (¡ni siquiera me acordaba del título! Ni que decir, de la autora). Me han encantado tus palabras, removiendo esos sentimientos que también me surgieron cuando la leí. Como siempre, un placer leerte ;)
¡Un besazo!