Hará
un año, al mismo tiempo que descubría la definición de “gótico
sureño” a través de Matar un ruiseñor conocí la
existencia de Carson McCullers. Por aquel entonces tan sólo
deseaba zambullirme en los textos góticos con carácter y desarrollo
más tradicional, desechando algunos subgéneros dentro la vertiente
gotiquilla de Estados Unidos, tales como el southern gothic
y el midwestern
gothic. En el plano literario, y
no tan literariamente, sabéis que soy una yankee
desde el primer cabello hasta la punta de los dedos de los pies. No obstante, casi sin darme cuenta he tomado una posición parcial en temas
delicados leyendo literatura escrita por pluma yankee.
Ahora me suelo preguntar con más frecuencia: ¿qué es el norte de
Estados Unidos sin el sur, o al contrario? ¿Podré opinar algún día
de la relación tan tempestuosa que se estableció entre estas dos
potencias en los últimos siglos? Aunque no lo admita con mucha
frecuencia...¡en qué mundo tan complejo resido, y qué
insignificante consigue hacerme sentir! A veces me pregunto cómo
pueden los humanos parecer un día tan simples, y al siguiente, tan intrincados que me
abruma montar los puzzles incluso antes de colocar la primera de sus
piezas.
Algo
así como esta última reflexión podría definir mis primeras
relaciones con la prosa de la autora. McCullers me parecía una autora que
conocía, con todos los temas e inquietudes personales, incluso antes
de leer una sola palabra impresa de sus historias. Más tarde comprendí de lo estúpida que había sido, que no era así, e incluso cavilo la posibilidad que jamás llegaré a conocer sus inquietudes a causa del enorme
abanico de sentimientos y experiencias que han implícitos en todos ellos.
La verdad es esta: McCullers posee una voz inmortal capaz penetrar
una coraza física, y luego la más la abstracta que envuelve todos
corazones; también tiene el maldito poder de complicar con una sola
página mi manera tan contradictoria de amar este mundo y a los que
están fuera o dentro de mi. Con una sola página. Fue así,
profundamente desengañada conmigo misma, como volví a la obra de
Lula tras leer La balada del café triste,
y esta vez fue con El corazón es un cazador solitario.
Luego comentaremos el título de la última obra, Dios sabe que daría
para una extensa disertación, pero ahora hablemos de la historia
desde un plano lejano y general.
La
historia que presenta Lula McCullers da inicio con la aparición de
dos sordomudos, Antonapoulos y John Singer, a los que una serie de
hechos desafortunados los lleva a separarse. Tras ese suceso que
marcará un antes y un después en la vida de Mister Singer entrarán
en juego un puñado de los personajes del deep south
más curtido: el negro que reniega de su raza, el borracho comunista
que busca la libertad para las clases humildes del Sur, la niña
ambiciosa sin instrumento con unas dotes musicales portentosas y el
tabernero con instintos maternales... Una serie de personajes con una
voz muy personal, deseosos ser escuchados y que, por una macabra
ironía del destino, resulta que el único que consigue
hacerlo es Mister Singer.
Seguramente
a estas alturas os habréis percatado de que El corazón es
un cazador solitario es una
novela «de
personajes». Y ya que la autora bebió
durante toda su vida de los máximos exponentes de la literatura
rusa, no podía ser de otra forma la estructura de la novela que «a
la rusa» o coral; vayamos por partes. Como novela de personajes
el punto de atención queda centrado en estos, y a lo largo de casi
cuatrocientas páginas McCullers modela una serie de caracteres muy
complejos. Sin embargo la ambientación no se descuida en absoluto
como suele suceder con las novelas del sello «de
personajes».
cuando eres lo más cuqui de la existencia humana
El
primer personaje que el lector intuye que tendrá un peso fundamental
en la narración es John Singer, el discapacitado del relato. Desde el primer momento
supe que se trataba de un personaje que me sería cercano. Durante toda
la narración, a pesar de su progresiva entrada en la sombra para dar
protagonismo al resto de almas atormentadas—hasta
el final donde vuelve a salir a la luz—
, me ha parecido un personaje increíblemente tierno siempre,
siempre, siempre. La suya no es la ternura que inspiran las
palabras, lo que realmente hace complejo a John Singer no son sus
discursos existenciales sino las acciones que lleva a cabo,
y sus penas, poco visibles para el lector, pero tan bien insinuadas
por McCullers que en ocasiones me preguntaba qué sería de mi si
leía sobre la tristeza que ese hombre escondía en su interior. Hay personas que dicen que el personaje pierde fuerza, a mi no me lo
parece en ningún momento. Él es la pieza de ajedrez que un aficionado no echa en
cuenta que sería capaz de acabar la
partida de un solo movimiento, pero su ineptitud con el juego le impide verlo.
Creo sinceramente que me he enamorado de John Singer porque constituye el tipo de ser humano al que raras veces puedo acercarme físicamente. John es bello en todos los aspectos de su existencia, pero es incapaz de reparar en ello hasta que es demasiado tarde incluso para los seres de su alrededor. Es esa clase de personas que producen una atracción—muy lejana a cualquier desecho sexual—inmediata, y genera tal fuerza la unión que se desencadena entre el amado y el amante de manera inexorable... que en cierta forma me aterroriza un poco. Al menos, a mi sí. Es un personaje que merece más que un hueco en la Literatura Universal, un templo deberían hacerle.
Creo sinceramente que me he enamorado de John Singer porque constituye el tipo de ser humano al que raras veces puedo acercarme físicamente. John es bello en todos los aspectos de su existencia, pero es incapaz de reparar en ello hasta que es demasiado tarde incluso para los seres de su alrededor. Es esa clase de personas que producen una atracción—muy lejana a cualquier desecho sexual—inmediata, y genera tal fuerza la unión que se desencadena entre el amado y el amante de manera inexorable... que en cierta forma me aterroriza un poco. Al menos, a mi sí. Es un personaje que merece más que un hueco en la Literatura Universal, un templo deberían hacerle.
Alguien que entiende bastante bien mis sentimientos es Mick Kelly,
trasunto literario de la propia McCullers. Es una de las hijas de una
familia venida a menos—teniendo
en cuenta que el abuelo fue general en la guerra de Secesión— que
a penas roza los catorce años. A pesar de su corta edad alumbra
grandes sueños como convertirse en una compositora y pianista de
renombre. Cuando Singer se marcha a vivir a casa de los Kelly
rentando una de sus habitaciones por dieciséis dolares al mes la
joven comienza a interesarse por el sordomudo hasta que desarrollar
un gran respeto por él. La función de Mick no es la de un mero
reclamo romántico/sexual, ya que esto ni siquiera se vislumbra en la
obra, y, como es más que obvio, se trata de un personaje que funciona solo. De la mano de la joven
Kelly vemos la entrada temprana de una cría en el mundo laboral y
las responsabilidades, vamos, en el mundo adulto. Mick ha sido un
personaje con el que he conectado mucho por su humor tan cambiante,
reflejo de la transición entre la infancia y la adultez. En cuanto a
su relación con Singer me parece una de las más bonitas de la
literatura porque no es ni romántica ni de amistad, está en el
punto intermedio que ha sido el más correcto para la historia. Por
favor, más relaciones así.
“ Aquella noche [tu marido] llegó y empezó a beber, y cuando estuvo borracho se puso a hablar de ti. Dijo que iría a casa una vez al mes y te daría una paliza, y tendrías que aguantarte. Pero que luego saldrías al vestíbulo y te reirías en voz alta unas cuantas veces para que los vecinos de las demás habitaciones pensaran que vosotros dos habíais estado jugando y que todo había sido una broma”
Tras
los tablones del caserón de los Kelly se encuentran otros personajes
tan intrincados como los mentados anteriormente, entre ellos el
doctor Copeland, Jack Blount y Bartholomew (Biff) Brannon. Copeland
es un médico de color que atiende las necesidades de su pueblo, y que al mismo tiempo, no puede evitar sentirse alejado del mismo por su educación superior. A eso se
le suma el hecho de que deseaba que sus hijos se convirtieran en
grandes personalidades, pero cada uno elije su camino y entre estos no
está ningún de los sendero que él esperaba que tomasen. Con este señor McCullers hace una critica social sin
pelos en la lengua del racismo imperante en las tierras sureñas que
se avanza en todos los aspectos a Matar
un ruiseñor.
Me parece una novela, en este sentido, inmensamente superior al
clásico de Harper Lee.
hoy el tito Jack nos enseña que el comunismo es malo para la salud
Supongo
que por no ser el único tema de la novela en los institutos
estadounidenses no recomiendan la lectura de la obra de McCullers.
Además está el hecho de que la autora defiende abiertamente el
comunismo, y esto no creo que les hiciera mucha gracia ni en el sur
ni en el norte. El que lleva la voz cantante del tema es Blount, un
miserable nómada que no tiene ni donde caerse muerto, borrachín y
pendenciero de férreos ideales, más o menos. Ha sido un
personaje que me ha constado digerir en muchas ocasiones por la
absurdidad que parece envolverle, pero tiene puntos interesantes como
su humor negro. Por último, y no menos importante Biff, el
tabernero. Juega un papel importante en la trama, primero es el de observador que se mantiene a la expectativa de lo que
sucederá entre Blount y Singer, luego su voz nos envuelve como el
olor de las flores silvestres en la primavera por un hecho bastante
fuerte que me dejó, sinceramente, un tanto perpleja. Con la excusa de mostrarnos al personaje en profundidad McCullers explora la sexualidad y los roles de género mediante el nuevo carácter que nace en lo más hondo de Biff y que le provoca tiernos deseos de tener hijas, e incluso en una ocasión sueña con ser madre.
“Una persona no puede elegir a sus hijos, y sólo puede moldearlos como quiere que sean. Tanto si duele, como si no. Tanto si es acertado, como equivocado. Tú lo has intentado con toda la dureza que se puede intentar. Y ahora yo soy la única que viene a esta casa y se sienta aquí contigo”
Volviendo
a un plano más general, os habréis percatado de que todos los
protagonistas están oprimidos por algún aspecto: Singer
(discapacidad), Mick (sexo), Copeland (raza), Blount (ideología) y
Biff (sexualidad). Y si a eso le sumas que todos son personajes son
unos Don Nadie, gente completamente humilde, que supuestamente nada
tienen que aportar, entonces la cosa se va poniendo interesante. La
literatura no necesita más de héroes, princesas, reinas, reyes,
grandes ejecutivos u otras personalidades privilegiadas. Este espacio a la creatividad ya no debería
hablar tanto de los opresores sino más de los oprimidos, y tendría que
favorecer que los oprimidos pudiesen expresarse y no al contrario.
Por eso doy prioridad a este tipo novelas con personajes que ningún
burguesito se dignaría a mirar, cada vez me importa menos lo que
me tenga que contar alguien que está en la cumbre.Con la literatura
yo me muevo por empatía, y supongo que siempre pensaré que este sentimiento será lo único que salvará
unos cuantos siglos más a la humanidad.
“Singer recordaba que, aunque era sordo de nacimiento, no siempre había sido mudo. Siendo aún muy niño, quedó huérfano y fue internado en una institución para sordos […]. En la escuela se le consideraba inteligente. Aprendía las lecciones antes que el resto de los alumnos. Pero nunca consiguió acostumbrarse a hablar con los labios. No era algo natural en él, y tenía la impresión de que su lengua era de un tamaño descomunal[...], comprendía que su voz debía de sonar como la de un animal”
En
cuanto a la parte más negativa de la novela, para mi es la estructura
de capítulos y la división en partes de la novela. Aunque por un
lado la novela coral está perfectamente tratada, luego en la irregularidad de los capítulos
he sentido que flojeaba. Demasiado
largos algunos, demasiado cortos otros. A veces se iba por las ramas,
y otras era demasiado breve. Teniendo en cuenta que fue su primera
novela publicada con veintitrés años no está nada mal. Ya
quisiera cualquiera escribir como esta señora a su edad, pero aun así son razones más que suficientes por las que a algún lector se le puede hacer un
poco cuesta arriba la novela. Eso obviando la cantidad de reflexiones
que hay y la escasez de diálogos, que constituye un minucioso estudio a los grandes tipos de soledad que existen en nuestro mundo. A mi estos aspectos de estructura y narrativa no me han
llegado a repercutir negativamente en la lectura, pero sé que hay
gente que espera cosas más ligeras o alegres para leer; pues bueno, este no es
vuestro libro. No es una novela ligera y está imbuida de tal tristeza y brutalidad que es imposible que no duela en el alma cuando lees algún fragmento, especialmente el final de la segunda
parte. No obstante, a mi me gustan este tipo de novelas porque detesto que me
disfracen la realidad con nubes rosas de algodón, así que seguiré leyendo
textos así hasta que mi corazón deje de latir. Y de verdad no lo critico, en todo caso admiro a la gente que puede leer sobre cosas alegres sin sentirse decepcionado. Antes también me gustaba leer con más asiduidad otro tipo de lecturas de carácter más positivo pero el choque emocional con la realidad se tornó demasiado fuerte.
El
final para mi fue el de la segunda parte. La tercera parte, que son cincuenta páginas, me parecieron innecesarias en algunos
aspectos. Era obligado despedir a algunos personajes, sí, pero
podría haberse hecho en una segunda parte perfectamente. De todas
formas disfruté las últimas páginas, tampoco fue un
problema de envergadura colosal. No sé si me explico.
“Alguien tiene que agotarse por completo por cada bocado que comemos y cada pedazo de tela que llevamos puesto...y nadie parece darse cuenta. Todo el mundo está ciego, mudo, obtuso...estúpido y mezquino”
Por último, es una novela con una ambientación espectacular que evoca lo
más hecho trizas del sur. Las imágenes desoladoras fueron la guinda
del pastel, uniendo las características góticas sureñas con el
elemento sobrenatural, —muy suave la verdad— me cautivó el efecto, si no lo había logrado todo lo demás ya.
En conclusión, si lo que pretendes es leer una novela con tintes góticos, personajes con una fuerte presencia narrativa y una escritura sencilla y asequible, aquí tenéis un texto que entra de pleno en esa categoría. Por lo pronto El corazón es un cazador solitario es una novela que funciona sola, como sus personajes, y que recomiendo a cualquier entusiasta de la narrativa americana.
“Pero tú nunca has amado a Dios ni a ninguna persona. Eres dura y correosa como el cuero. Pero te conozco. Esta tarde vas a andar por todas partes sin estar nunca satisfecha. Vas a caminar por ahí como si anduvieras buscando algo perdido. Te vas a excitar cada vez más. Tu corazón va a latir tan fuerte que casi te matará, porque no amas y no tienes paz. Y luego algún día vas a hacer algún disparate y te vas a perder. Nadie te ayudará entonces” [Yo]
Esta canción me recuerda a Mick.
Nos vemos.
créditos: imágenes de la adaptación cinematográfica de El corazón es un cazador solitario. portada: primera portada de la edición en tapa dura de la novela.
Buah, parece muy my cup of tea esta mujer. Esta cita me ha llegado completamente a lo más hondo de mi alma sureña:
ResponderEliminar"Alguien tiene que agotarse por completo por cada bocado que comemos y cada pedazo de tela que llevamos puesto...y nadie parece darse cuenta. Todo el mundo está ciego, mudo, obtuso...estúpido y mezquino".
Madre mía. Es cuanto más la leo más me gusta, es preciosa, es seca, dura y rígida como un bofetón. ME ENCANTA. Entre esta y las otras citas y lo que has dicho de los personajes, de que está todo imbuido en brutalidad y tristeza......... EN FIN. Ganazas de empezar la #LCReflejos *_*
No puedo dejar de leer esa cita. Me acabo de enamorar.
Cada vez me queda más claro que tu reseñas están a otro nivel! Ni conocía a la autora ni tampoco su obra, pero desde ya, está en mi lista de pendientes sí o sí.
ResponderEliminarLa literatura americana de este género, me encanta! aunque sí que es cierto que de vez en cuando leo cosas más positivas o ligeras (más que nada para no ulcerarme), este tipo de historias son las que me llegan de verdad, las que te remueven algo por dentro, que te hace replantearte absolutamente todo...obviamente no es lo que vende, pero sí lo que te enseña ...sólo hay que leer una vez esa maravillosa cita que has escogido (y que Laura también destaca en su comentario), para darse cuenta que la realidad es muy distinta a cómo nos la presentan... y que este libro es de los que te deja cao, al igual que ha hecho tu reseña.
GRACIAS, GRACIAS y MIL GRACIAS POR DESCUBRIRME A ESTA AUTORA!! Y POR FAVOR SIGUE ESCRIBIENDO ASÍ!
Besotes!!